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«El filósofo jugador». Así definió Georges Bataille a Max Ernst (Brühl, 1891– París, 1976), dadaísta de primera hornada y uno de los más singulares e influyentes miembros del grupo surrealista. Con infinitud de intereses plásticos e intelectuales, fue pensador, pintor, escultor, dibujante, poeta y ... teórico del arte. El Círculo de Bellas Artes de Madrid explora ahora su obra y su relación con el séptimo arte en 'Max Ernst: surrealismo, arte y cine', muestra de tesis que reúnen hasta el 4 de mayo casi 400 piezas de este «Da Vinci del surrealismo» nacido alemán y nacionalizado francés.
Desvela los múltiples perfiles de una figura crucial de las vanguardias europeas a través de sus óleos, estampas, esculturas, collages, fotografías, libros ilustrados, proyecciones de películas o 'frottages', un invento de Ernest, que frotaba el papel que cubría un objeto con textura. «También fue romántico, patafísico y humanista», destacan los comisarios de la exposición, Martina Mazzotta, historiadora de arte e investigadora en el Barbour Institute de Londres, y Jürgen Pech, el mayor experto en el artista alemán y editor del último volumen de su catálogo razonado.
Indesmayable experimentador, Mazotta le reivindica como «el Leonardo da Vinci de los surrealistas». Un creador «capaz de convertir lo más banal y cotidiano en arte; un polímata con mucho por descubrir, como propone esta exposición con todas sus capas superpuestas», dice la comisaria.
Ernst buscó inspiración en maestros antiguos y renacentistas para «inventar y crear de tendencias», según Mazzota. «Fue un nómada guiado por la pasión y el amor que redescubrió su infancia en la ancianidad para ser aún más juguetón; el filósofo alegre y lúdico al que alude Bataille, ya que sin juego no había vida», señala Mazzotta. «La exposición invita a sumergirse en algunas imágenes en soportes estáticos para aprender y jugar como lo hacía él», agrega Mazzotta sobre el artista capaz de esculpir un formidable ajedrez –fue un gran jugador como Duchamp o Man Ray–, de pintar cuadros del tamaño de un sello o inspirar una película sobre un 'casting' en busca de una nueva Mona Lisa.
Convencido de que «las mejores ideas llegan siempre por casualidad», Ernst fue una suerte de mago de la serendipia. Se constata recorriendo unas salas en las que la pintura escasea –apenas una docena de cuadros– en comparación con la abundancia de estampas, reproducciones, libros, filmaciones, documentos y esculturas salidas del magín inagotable de este nómada del arte.
Destacan pinturas como 'Las hijas de Lot', que la Colección Pietzsch de Berlín nunca había prestado antes; 'Las tentaciones de San Antonio', la más notable, cedida por el Museo Lehmbruck de Duisburgo, y esculturas como 'Homme' del Museo Max Ernst de Brühl. Obras con visiones entre fantásticas y aterradoras surgidas de la experiencia de Ernst como soldado en la Primera Guerra Mundial.
La muestra incide en la notable influencia en el cine de Ernst, que fue actor, guionista, jurado y creó estatuillas para varios premios. En 'La edad de oro' (1930), segunda película surrealista de Luis Buñuel que se proyecta al comienzo la exposición, vemos disfrazado de bandolero al joven y atractivo Ernst que encandiló a Gala antes que Dalí, a Leonora Carrington, Peggy Guggenheim o Dorothea Tanning, su última esposa y por la que el artista abandonó a la todopoderosa Peggy.
Siete años antes de que Buñuel rodara la celebérrima escena del ojo rasgado con una navaja en 'Un perro andaluz', Ernst plasmó ya un ojo perforado en la obra 'Oedipus Rex'. También colaboró en 'Sueños que el dinero puede comprar', película experimental de Hans Richter producida por Peggy Guggenheim y que incorpora obras de Léger, Man Ray, Duchamp, Calder o el propio Ernst con música de Paul Bowles y John Cage. Los comisarios han localizado una filmación rodada por el galerista Julien Levy hace 90 años que no se había visto nunca.
La muestra se suma a la conmemoración del centenario del Manifiesto surrealista, publicado en octubre de 1924, con actos como la presentación de los telones originales de 'Bacchanale', el primer ballet paranóico. Diseñados y pintados por Salvador Dalí, el Ballet Russe de Montecarlo lo estrenó en 1939 en el Metropolitan Opera House de Nueva York. El Teatro Fernando de Rojas exhibe ya los telones originales por primera vez en España solo hasta el 6 de enero. Alberto Conejero estrenará el monólogo poético 'Leonora', inspirado en la vida y la obra de la artista y pareja de Ernst Leonora Carrington (1917–2011) y centrado en sus años europeos y españoles.
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