Foto de archivo de una mujer en estado de embarazo avanzado. EFE
Iglesia

La maternidad subrogada, ¿cosificación de la persona?

Domingo, 30 de abril 2023, 02:00

En 'El Bloc del Cartero' del Semanal del domingo pasado podíamos leer lo siguiente, y que yo suscribo a la letra: «Ya no se puede decir categóricamente que madre no hay más que una. No, desde que es posible disociar la decisión de gestar una ... nueva vida y la gestación propiamente dicha y cuando además esta disociación se convierte en un expediente rutinario y mediado por el intercambiador por excelencia: el dinero».

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Yo he escrito a menudo acerca de lo que afecta a la dignidad de la persona humana desde antes de nacer y hasta la muerte natural. ¿En qué me he basado? En que la vida humana y toda reflexión sobre ella ha de basarse –sí o sí– en el marco de un humanismo fiel a la verdad del hombre que, según nos ha enseñado la historia, dista mucho del humanismo marxista que se quiere imponer hoy.

Esto –que parece de perogrullo– se viene abajo ante la obscuridad o confusión que generan leyes injustas promulgadas contra la vida y la dignidad humanas, hechas sin la luz de la razón natural y despreciando la luz de la fe cristiana, que nunca es contendiente a la razón ni al bien de los hombres, y que ha propiciado tanta prosperidad a lo largo de más de 2000 años.

La maternidad por subrogación es una nueva forma de explotación de la mujer y contraria a la dignidad

La maternidad subrogada, hoy por hoy, es lícita en algunos países e ilegal en otros. Pero estando de por medio el dinero y la moral posmoderna que algunos se han sacado de manga, pronto cualquiera que lo desee podrá subrogar la maternidad.

Lo que hoy es ilícito por principios éticos y morales, pasado mañana será legal por dinero, y si no, al tiempo. Este es el inaceptable principio básico de la corrupción institucionalizada, esa que abre paso a la proliferación de poderosas mafias opresivas y a la esclavitud.

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Todo lo que guarda relación con la vida humana (también con la muerte) se sustenta sobre un pensamiento milenario y coherente con las tradiciones culturales más prósperas que –cara al verdadero y más equilibrado desarrollo posible–, debe reforzarse, no cuestionarse, ni reformarse con propósitos electoralistas, ni soportar añadidos que contradicen lo anterior para «asegurar nuevos derechos sociales».

Si esto falla es absolutamente imposible hallar una fuente sólida y perdurable para los derechos de la persona. Dicho de otro modo: para que el ser humano no pierda nunca la dignidad ni los bienes a los que tiene derecho por su misma naturaleza, todas las conquistas de la ciencia (o la política) que intervienen directamente en la generación o preservación de la vida humana deben basarse en la ética o la moral más exigentes y en la Declaración de los Derechos humanos.

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Por ley, por creencia religiosa, por costumbre o por vergüenza torera, la dignidad del niño o de la niña nacidos por subrogación ha de ser respetada y protegida siempre y en todas partes. En cambio, no existe el derecho a ser madre o padre a costa de cualquier otra persona.

Yo soy sacerdote y estoy muy atento a los documentos en los que la Iglesia se ha pronunciado sobre la maternidad subrogada (o sustitutiva). Recomiendo a todos los interesados dos documentos de la Congregación para la doctrina de la fe: 'Donum Vitae' ('El don de la vida', 22 de febrero de 1987) y 'Dignitas Personae' ('La dignidad de la persona', 8 de septiembre de 2008).

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Si encuentran en cualquier otra fuente una propuesta más acorde con la dignidad humana o un proyecto más ilusionante y justo, se lo compro.

La maternidad por subrogación es, sin duda alguna, una nueva forma de explotación de la mujer y contraria a la dignidad de la persona humana. La fecundación artificial heteróloga que se realiza para conseguirla es contraria a la unidad del matrimonio, a la dignidad de los esposos, a la vocación propia de los padres y, lo que es más grave, al derecho de los hijos a ser concebidos y traídos al mundo en el marco estable y amoroso del matrimonio de su madre y de su padre.

Todo el mundo entiende que el llamado 'útero de alquiler' convierte la maternidad en un objeto de comercio cuando, en realidad, ninguna vida humana es un bien de consumo. Ningún niño/a puede ser comprado/a y vendido/a.

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