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No dejan de sorprenderme los Días Internacionales, Mundiales o Raros. Así, por ejemplo, el 20 de marzo se celebran, entre otros, el Día Mundial Sin ... Carne y el Día Internacional de la Felicidad.
El origen de esta última celebración tiene una idílica historia. Fue un rey de Bután, un pequeño país en la cordillera del Himalaya, el que propuso la conmemoración de este día a la ONU, y fue proclamado en 2012.
Hace más de 40 años, cuando ese rey tenía 16, decidió que la filosofía de su gobierno se basara en la felicidad de sus súbditos. Inventó el concepto de Felicidad Nacional Bruta (FNB). A día de hoy la FNB convive con el PIB (Producto Interior Bruto). Me dirán ustedes: ¿No es la felicidad algo inmaterial? ¿Cómo contabilizan la felicidad? Pues bien, lo calculan midiendo nueve puntos: la cultura, la salud, la educación, la diversidad medioambiental, el bienestar psicológico, el uso del tiempo, la vitalidad de la comunidad, el nivel de vida y el gobierno. ¡Casi nada!
La intención al celebrar este día es que «organizaciones en todo el mundo, que luchan por los derechos humanos, se movilicen para crear conciencia entre los ciudadanos». Relacionado con el bienestar y la felicidad de «todos los habitantes del planeta», en el año 2015 la ONU estableció los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre ellos erradicar la pobreza, reducir al mínimo la desigualdad en el mundo, cuidar y proteger al planeta.
Quizás te pase, querido lector, a la vista de las situaciones mundiales que vemos, que no solo vemos lejana «la felicidad de todos», sino que –según escuchamos las decisiones retrógradas de algunos importantes líderes políticos– son imposibles o tan utópicas como la sociedad de Aldous Huxley en 'Un mundo feliz'.
Hay una diferencia sustancial. La sociedad de Huxley vive una felicidad artificial gracias al soma, una droga sin efectos secundarios que sume en un estado de bienestar a quienes la toman, pero que anula su voluntad y sus ideas.
La voluntad, la congruencia en las ideas y acciones, los valores –sin soma y con plena conciencia– es lo que están perdiendo dirigentes y sociedades de casi todo el mapamundi.
Lo más terrible es que Isócrates en el año 350 a. C. hizo una descripción cercana a la realidad que vivimos y alejada de la felicidad real: «Nuestra democracia se autodestruye porque (...), porque ha enseñado al ciudadano a considerar la impertinencia como un derecho, el no respeto de las leyes como libertad, la imprudencia en las palabras como igualdad y la anarquía como felicidad».
Creo que la felicidad es una actitud individual y un trabajo colectivo. Construyamos momentos felices, procuremos bienestar emocional y celebremos el Día de la Poesía y la poesía: «No todo es días de sol/y la lluvia cuando falta mucho, se pide. /Por eso tomo la infelicidad con la felicidad» (Fernando Pessoa).
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