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En muchas ocasiones, de niña, escuché en casa decir aquello de «Tiene ideas de bombero» y, generalmente, se añadía «de bombero retirado». Una expresión que ... me inquietaba pues la atribuía a que las ideas a las que se hacía referencia eran una barbaridad, descabelladas o un despropósito.
Estas semanas, las primeras veces que escuché y leí las ocurrencias y decretazos incongruentes, unilaterales y nefastos sobre política internacional y economía ordenadas por el 'jefe del cotarro', el presidente Trump, me decía en voz baja y alta: «tiene ideas de bombero retirado».
Claro que, casi de inmediato, recordé el sentido de la sentencia. Posiblemente usted, querido lector, ya conozca su procedencia. En mi caso, y en aquel día lejano, tuve que preguntar y buscarla. La explicación que obtuve fue sencilla. En un tiempo, anterior a internet, los bomberos no solo ejercían su función de sofocar incendios, eran avisados para solventar otros tipos de complicaciones. Es frecuente, por ejemplo, encontrar imágenes en los cuentos infantiles de bomberos recuperando lindos gatitos de árboles o de sitios de difícil acceso –ahora mismo me estoy acordando de esa escena en 'La historia de la manzana roja' de Jan Lööf, ediciones Kalandra, un exquisito cuento donde se encadenan una serie de sucesos espacio temporales que incentivan la lógica y la atención de los infantes–. Igualmente, los bomberos, eran llamados para rescatar personas de ascensores, inundaciones o lugares complicados; para abrir la puerta de una casa, porque las llaves estaban dentro, u otras urgencias.
De modo que en la unidad había tanto personal especializado en extinguir incendios como de otros perfiles profesionales: cerrajeros, fontaneros, albañiles... La habilidad que estas personas tenían para resolver cualquier problema o incidente mediante ingeniosidades que podían resultar chocantes, incluso extravagantes, pero que eran efectivas, fue lo que popularizó este famoso dicho.
Así pues las ocurrencias y desmanes del mencionado presidente no se ajustan a la expresión citada, ya que se reducen a ser excentricidades de las que aún no se ha comprobado la efectividad para sí mismo, y no se la espera para el resto de población a la cual las ha aplicado.
Deberíamos, por tanto, pensar en otras locuciones que vayan más acorde a la situación, por ejemplo que este señor pasa los días en «echar leña al fuego» y, por contradictorio que parezca, está «como pez en el agua». Aún mejor es animarnos a releer libros que nos hagan despertar de nuestro pasotismo personal y ciudadano y que nos inciten a cultivar la empatía, la lógica, el sentido crítico y la acción constructiva. De modo que recomendaré, ya que se aproxima el día del libro, uno magnífico: 'Patas Arriba. La escuela del mundo al revés', de Eduardo Galeano. A la vez que debemos tener muy presente uno de sus enunciados fundamentales: «El alimento de las minorías se convierte en el hambre de las mayorías».
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