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La porcelana y la loza negra se combinan a mano y luego se cuecen a más de mil grados. En el horno las dos arcillas reaccionan de forma diferente: mientras la porcelana es inerte, la loza se expande y la rompe, creando así esa atractiva e inquietante sucesión de capas superpuestas. Tratando de mediar entre los elementos de la naturaleza, el artista intenta mantener una relación amigable con el fuego: cada uno hace su parte, pero, en última instancia, fuego y artista trabajan en equipo. Juegan.
Con Rafa Pérez, ceramista enorme y hombre discreto, sobra la grandilocuencia. Las cosas son sencillamente como son. Pero resulta tentador comparar su trabajo con un juego mucho mayor, la orogénesis: el proceso geológico por el cual una zona de la corteza terrestre se acorta y engrosa por deformación y fracturación como consecuencia de esfuerzos tectónicos y termina por formar los cabalgamientos y plegamientos que determinan el paisaje.
En esa misma línea, como sostiene el crítico Luis Casado Cadarso en un ensayo sobre su obra, «la acción de petrificación propiciada por las altas temperaturas durante la propia génesis de nuestro universo debería ser vista, metafóricamente hablando, como la acción de un 'dios' alfarero cuyo excelente oficio culmina en el precioso modelado y bizcochado de un adánico hombre que, alumno aventajado, buscará desde entonces emular los hermosos saberes técnicos, divinos, heredados».
Pero, tratándose de 'Rafapharo', las cosas son más sencillas. La materia en sus manos tiene sentido por sí misma sin necesidad de atribuirle significados externos. De poco sirve plantear el inevitable debate entre artista o artesano, entre la funcionalidad de la cerámica tradicional y la belleza escultórica de la moderna, entre simple recreación y poesía única e irrepetible. Él todo lo resume con la modestia del sabio: «Mi trabajo consiste en sorprenderme a mí mismo y al público –afirma–. Trabajar sin boceto previo, sin saber a dónde voy a ir. Ese proceso, ese juego, es lo que realmente me atrapa. Hay poca reflexión, pero no cabe la reflexión si avanzas por el camino de la búsqueda».
El resultado de esa búsqueda, de ese trabajo manual pero innegablemente intelectual es, en efecto, una obra sensorial, muy visual y casi táctil, pero con una belleza orogénica de gran capacidad evocadora: como descubrir meteoritos rocosos, bombas volcánicas, viajando entre el orden de la medida humana y el aparente caos natural imposible de domesticar.
Rafa Pérez (Haro, 1957), también pintor y poeta, es uno de los mayores ceramistas del país. De hecho, después de Enric Mestre (Alboraya, Valencia, 1936), es de los más veteranos entre los renovadores de la cerámica en España. Eso le convierte en pionero. Detrás de él han venido los Joan Serra (Mataró, Barcelona, 1962), Lina Cofán (Celanova, Orense, 1964), Luis Salaberría (Málaga, 1965), Silvia Valentín (Madrid, 1966), Francisco Gálvez (Madrid, 1968), Juan Guillén (Murcia, 1972), Xavier Mañosa (Barcelona, 1981), Paula Ojea (Nigrán, Pontevedra, 1983), Julen Ussia (Amurrio, Álava, 1993) y Formabesta, colectivo formado por Salvador y Juan Cidrás (Galicia). Artistas que han expuesto en grandes museos o colaboran con firmas como Hermès o Inès de la Fressange.
El riojano, concretamente, lo ha hecho en las grandes galerías especializadas del mundo, como la Oxford Ceramic (Reino Unido), la Puls de Bruselas (Bélgica), la Cavin-Morris de Nueva York (EE UU) o el Museum of Modern Ceramic Art de Gifu (Japón). Ha ganado varias veces el primer premio en las Bienales Internacionales de Cerámica y el Gran Prize de Cerámica Europea del Art Museum of Bornholm (Dinamarca). Desde 2007 es miembro de la Academia Internacional de Cerámica y pertenece a la red de artistas independientes Art Axis.
Paradójicamente es menos reconocido en su tierra, tierra de alfarería tradicional en la que, sin embargo, no existe hasta ahora semejante cultura de cerámica artística. Tras especializarse en la Escola Massana de Barcelona, expuso por primera vez en el Museo de La Rioja en 1986, fue incluido en la colectiva 'XyZ. Arte riojano para el 2000' en la Sala Amós Salvador, y en los últimos tiempos ha sido habitual en la casi heroica galería Estudio 22, también en Logroño. Pero poco más. Hasta hoy.
Hoy mismo Rafa Pérez recibe en San Millán de la Cogolla el Galardón de las Artes y la Cultura de La Rioja, la más alta distinción institucional que concede la Comunidad Autónoma en el ámbito cultural. Es el vigésimo segundo premiado desde la creación del título en 1998 y el primer ceramista.
El Gobierno le dedicará una exposición, dos en realidad: una en el Museo del Torreón de Haro, la ciudad donde reside y trabaja, y otra en la Sala Amós Salvador de Logroño. Pero están previstas respectivamente para noviembre y mediados del próximo año, por lo que este diario publica aquí esta pequeña muestra de su obra coincidiendo con el Día de La Rioja.
Incluso reproducidas fotográficamente, sus piezas poseen un atractivo hipnótico y la potencia misteriosa de ovnis escultóricos (objetos volumétricos no identificados). Los expertos las describen con entusiasmo: «Son morfológicamente extremas, disruptivas –escribe el periodista de El País Mario Suárez–; crecen como nidos, se reproducen como insectos y se exponen como lo que son, obras de arte».
Las de mayor tamaño –de hasta metro y medio– pueden alcanzar los veinte mil euros en el mercado, aunque eso a su autor no parece impresionarle. La mayoría se venden a través de sus galerías fuera de España, de modo que tiene obra por medio mundo –«aquí hay menos coleccionismo»– y él mismo guarda cientos de ellas en su 'mastaba' subterránea en algún lugar de Haro.
Pero Rafa no olvida el origen de todo esto, humilde, sin pretensiones y feliz. «El primer objeto que hice fue muchos años antes de estudiar cerámica –recuerda–. Tenía alrededor de cuatro años y me encantaba jugar con arcilla en el campo. Hice una bolita, le puse unas ramas y sentí por primera vez esa gran sensación de hacer».
Desde entonces trata de conservar ese espíritu del niño que juega con la tierra, que experimenta, que busca... Es aquella misma felicidad lo que hoy sigue invocando al abrir el horno en su taller y descubrir con asombro lo que el azar ha terminado de hacer con su trabajo: instantes solidificados, piedras preciosas, pedazos de sí mismo... La munición de un poeta que escribe sobre barro mano a mano con el fuego: Yo defiendo en mi trinchera una manía, un yo que se me escapa, un yo muy frágil.
Vicente Ochoa
(escultor, 1998),
José María Tubía Rosales
(pintor, 1999),
Alejandro Rubio Dalmati
(pintor y escultor, 2000),
Jesús Infante
(pintor, 2001),
Félix Reyes
(escultor, 2002),
Julián Gil
(pintor, 2003),
Gerardo Cuadra
(arquitecto, 2004),
Luis 'Xubero'
(pintor y escultor, 2005),
Carlos Ochagavía
(pintor e ilustrador, 2006),
Rafael Azcona
(escritor y guionista, 2007),
José Miguel Rodríguez Arnáez
(pintor e ilustrador, 2008),
Pablo Sainz-Villegas
(guitarrista, 2009),
Vicente Cuadrado
(actor y director de teatro, 2010),
Jesús Marino Pascual
(arquitecto, 2011),
Jesús Rocandio
(fotógrafo y documentalista, 2013),
Javier Cámara
(actor, 2015),
Chema Purón
(cantante y compositor, 2017),
Diego Urdiales
(torero, 2019),
Micaela Pérez
(archivera, 2021),
Rosa Castellot
(dibujante y profesora, 2022),
Pepe Viyuela
(actor y escritor, 2023)
Rafa Pérez
(ceramista, 2024)
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