maría calvo
Miércoles, 30 de marzo 2022, 18:32
Valeria Irisarri siempre ha sido más que un número. Sus malas notas en el colegio nunca consiguieron moldear su personalidad arrolladora, pero sí reafirmaron algo que ella misma descubrió cuando tan solo era una niña. «He sido pésima en los estudios, lo único que tenía ... claro es que quería ser diseñadora de moda». Fantasiosa e imaginativa, con tan solo 11 años ya dejó intuir una clara inclinación hacia este sector creando su propia revista por internet. «No sabía ni lo que ponía, pero buscaba artículos de moda y los iba publicando». Una afición que, aunque provocaba las risas de sus compañeros, siempre tuvo el beneplácito familiar. «Mis padres nunca me han puesto ninguna pega, al revés, me han ayudado desde el minuto uno», asegura. Ellos fueron los primeros -de una larga lista que vendría después- en potenciar sus verdaderas aptitudes.
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Cuando muchos adolescentes están más preocupados en otros menesteres que en tejer los hilos de su futuro, Valeria estaba tomando decisiones que marcarían su camino. Con 14 años decidió dejar definitivamente los estudios. Ni el bachillerato de arte, que era lo más próximo que podía estar del diseño, logró encauzar su mente inquieta entre libros, apuntes y exámenes. Cogió un avión sin billete de vuelta a Irlanda, donde comenzó a trabajar de 'au pair' mientras se sacaba los títulos de inglés. Allí buscó grados para empezar a formarse en lo que realmente le gustaba. «Di con un instituto en Dublín donde se impartía un curso enfocado en escaparatismo, economía de la moda… Era lo más parecido que encontré a lo que yo quería hacer». Unos estudios que le llevaron a participar en el Pure de Londres, una feria destinada a jóvenes diseñadores. Y así pasaron tres años sin perder de vista su objetivo, hasta que sintió la necesidad de volver a España antes de cumplir los 18.
Aquel día, su padre no le envío uno de esos recortes de moda que solía encontrar en las revistas. Aquel día, fue un pedazo de papel de El Correo el que daría un giro de timón a su vida. En la edición impresa de este diario se anunciaba un grado en diseño de moda en la escuela de Javier Barroeta. «Tenía pinta de ser todo muy manual, muy activo. Yo siempre busco que sea más práctico que teórico. No soy de hincar codos, soy de meter horas. Puedo perder la noción del tiempo cosiendo o dibujando», asegura. Visitaron la escuela de General Concha, encontrándose con el «ambiente familiar y cercano» que Valeria necesitaba «para su cabeza dispersa». Durante los tres años siguientes, el propio Barroeta y el resto de personal docente de este centro bilbaíno consiguieron cambiar el recuerdo nefasto que esta joven de origen calagurritano y apellido vasco tuvo siempre de sus profesores.
Todos recordamos a John Keating en 'Club de los poetas muertos'. Un hombre inspirador, inconformista, libre pensador, alguien a quien escuchar y de quien aprender. Valeria encontró a ese profesor de ciencia ficción que todos hemos querido tener alguna vez en la vida real en la escuela de Javier Barroeta. Y no fue solo uno, sino unos cuantos docentes los que cambiaron su visión del mundo y supieron exprimir al máximo sus capacidades. «Nunca antes unos profesores me habían dado la motivación que encontré en esta escuela», asegura. «Aunque algo se te diera mal, ellos sabían leer la parte positiva de aquello. Consiguieron sacar lo mejor de mí y no he podido estar más a gusto y agradecida». Algunos como Ángel Amor o Gabriel Azcoitia, a pesar de la diferencia de edad que los separa, han pasado de ser profesores a convertirse en amigos.
Valeria se marchaba a desayunar en los recreos y no volvía a clase, pero en esta escuela no faltó ni un solo día. «Iba hasta los sábados. Nos daban la confianza de dejarnos la escuela abierta, estaban ahí para lo que necesitáramos», explica. Allí ha aprendido a dibujar, coser, patronar «y a hacer lo que hiciera falta». Unos conocimientos de base que le servirán para llegar a ser diseñadora de moda, fundar su propia firma y, si todo va bien, tener un equipo en un futuro. Futuro que comenzó a vislumbrar en el momento mismo que presentó su desfile de fin de grado. «Ahí me dije: por fin estoy dedicándome a lo que quiero y esto solo está empezando».
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Desde entonces, comenzó un incesante goteo de experiencias que comenzaron a engrosar su trayectoria laboral. Ha participado en Diverse Bilbao, donde está exponiendo ahora algunos de sus diseños en la sede de BilbaoHistoriko. Le llamaron de la Escuela de Cine del País Vasco para hacer el vestuario de algunos cortos; también ha colaborado con alumnos de la UPV/EHU para realizar los estilismos de un videoclip. Su último trabajo han sido unos encargos para la artista Yogurinha Borova. «Me ha traído una serie de ropa que quiere reciclar y, a partir de ahí, haré su vestuario», nos cuenta. Y es que la sostenibilidad es, precisamente, uno de los pilares en los que basa su trabajo.
Valeria ha conseguido crear prendas impermeables con telas de paraguas o fundas interiores de sofá. Unos tejidos difíciles que le dan la oportunidad de crear esos efectos 'oversize' a los que se siente tan afín. «Intento confeccionar ropa holgada que siente bien a todo tipo de gente, de todos los estilos, que lo mismo pueda llevar mi madre o una amiga. A mí, que soy una mujer grande, me gusta llevar prendas que me queden amplias y no siempre las encuentro en la sección de mujer». Por eso, Irisarri abandera también la tendencia 'genderless', una moda sin género que derriba barreras y une a las personas. «Todo para todos, qué más da. Ya vale de clasificar por estilos, géneros o tallas», expone.
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En todas sus colecciones, donde siempre intercala prendas básicas con piezas de alta costura, pretende mandar un mensaje de libertad e igualdad, inspirándose en el entorno que le rodea. Del barrio de San Francisco, donde vivió durante un tiempo, se quedó con los grafitis que encontraba en cada uno de sus rincones. «Todos ellos mostraban la diversidad de las personas del barrio. Plasmar esos trazos en mis diseños fue una manera de expresar lo bien que me sentí viviendo allí». De un grupo de skaters que conoció en Bilbao salió una nueva tanda de prendas bajo el título de 'Backside'. «A ellos no les importaba si eras chico, chica, gorda o flaca. Les daba igual la ropa, solo les interesaba el skate, pero acabaron creando sin quererlo un estilo muy definido». La música es otro de sus alicientes, de la que ha sacado prendas que nacen de las letras del hip-hop o del techno que se escucha en los 'afters' de Dublín.
Empática, viajera y nada competitiva, a Valeria Irisarri le queda pendiente una meta por cumplir: estudiar algún día en la Central Saint Martins de Londres. De momento, quiere hacer prácticas para seguir formándose en cualquier punto del mundo y sueña con volver con una mochila cargada de conocimientos a ese Bilbao que siempre le acogió tan bien. Alguien dijo una vez: «si no quieres estudiar, trabaja, pero sé el mejor en tu trabajo, sea cual sea el que elijas». Y ella va por el camino, exprimiendo a diario su 100 %. Con tan solo 22 años, esta calagurritana de corazón vizcaíno presume de ideas claras y currículum excepcional, de esos que se nutren de trabajo e ilusión, y no tanto de notables y sobresalientes.
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