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«Magritte concebía al artista como un mago, como los surrealistas, pero mientras que el grupo de Breton acabó haciendo del surrealismo una iglesia, para Magritte primaba la ironía, el juego y la paradoja. Antes que como un sacerdote, se veía como un ilusionista». Así ... se refiere Guillermo Solana, director artístico del museo Thyssen-Bornemisza, al poderoso y mágico genio del belga René Magritte (1898-1967). Un singular precursor del pop que juega con nuestra percepción para enseñarnos que nada es lo que parece y al que el Museo Thyssen dedica la muestra 'La máquina Magritte'.
Es una gran y esperada retrospectiva en la que Solana, su comisario, y el museo que dirige han trabajado durante años. Se debió aplazar debido a la pandemia y estará en cartel hasta el 30 de enero de 2022. Organizada en colaboración con la Fundación 'La Caixa', reúne casi un centenar de pinturas, junto a una selección de fotografías y películas caseras.
«La ambición de esta muestra es desvelar cómo funcionaba entre bastidores la imaginación de Magritte, el mecanismo de esa maquina de fabricar misterios y paradojas», dice el director del Thyssen. «Con un gran repertorio de trucos para lo maravilloso, es más fácil estar con el Magritte ilusionista que nos engaña aportando la frescura del humor, que con el Breton que sacraliza el arte», insiste Solana en una de las salas del museo que acoge 95 reconocibles obras prestadas por instituciones y colecciones particulares de todo el mundo.
El título de la muestra alude al componente «repetitivo y combinatorio» de la obra de Magritte, cuyos obsesivos temas vuelven una y otra vez con innumerables variaciones en sus trampantojos.
Es la primera gran exposición dedicada a Magritte en España en las últimas décadas, tras las de las fundaciones Juan March de Madrid (1989) y Miró de Barcelona (1998). Reúne obras magistrales de un autor poco representado en las colecciones españolas, con una pieza en el TEA de Tenerife, dos en el Reina Sofía, otras dos en la Fundación Telefónica y una en el Thyssen. «Está exposición hacía falta. Magritte es tan popular como Dalí, y se ha hecho grande en Nueva York, Tokio o París. Llevábamos esperándola mucho tiempo», ilustra Solana de una muestra que ha dividido en siete secciones: 'Los poderes del mago', 'Imágenes y palabras', 'Figura y fondo', 'El cuadro y la ventana', 'El rostro y la máscara', 'Mimetismo' y 'Megalomanía'.
«El grupo de Breton en París era una secta que veía a los surrealistas de Bruselas como unos paletos, pero estos fueron los que acabaron imponiéndose», explica el comisario. «Magritte y Dalí eran los periféricos, pero son quienes realmente cambian el panorama del arte y del surrealismo» asegura. Y su popularidad no deja de crecer. «Magritte ha ido conectando con la sensibilidad contemporánea desde los años sesenta como uno de los grandes precursores del pop», precisa Solana. Cree que «su fidelidad a la figuración, la proximidad al mundo cotidiano, su ironía y su fina parodia de la historia del arte» son la claves de esa aceptación universal.
«Tiene una enorme capacidad de crear iconos, como la manzana, el bombín y la pipa, pero Magritte es mucho más que esos estereotipos, porque es un sistema de pensamiento y hay método en su 'locura'», resume Solana. «Mis cuadros son pensamientos visibles» repetía, no en vano, el propio Magritte, que con sus pipas, manzanas y bombines, con hombres de negro, rocas, árboles y casas que desafían la gravedad, creó un inquietante, paradójico e irónico universo. Sus «audaces y provocativas» composiciones, capaces «de alterar la percepción, cuestionar la realidad preconcebida y suscitar la reflexión», según Solana, han influido a creadores de varias generaciones. «Su obra es una reflexión sobre la pintura misma abordada con la paradoja como herramienta fundamental», resume el comisario de una muestra histórica.
«Lo que se nos revela en el cuadro, por contraste o contradicción, no solo es el objeto, sino también su representación, el cuadro mismo. Cuando la pintura se limita a reproducir la realidad, el cuadro desaparece y solo reaparece cuando el pintor saca las cosas de quicio: la pintura solo se hace visible mediante la paradoja, mediante lo inesperado, lo increíble, lo singular» enumera el comisario.
La exposición se completa con una selección de fotos y películas caseras realizadas por el propio Magritte, visibles en una instalación diseñada por Xavier Canonne, director del Musée de la Photographie de Charleroi. Tras su clausura en Madrid, 'La máquina Magritte' viajará a CaixaForum Barcelona, donde podrá visitarse del 24 de febrero al 5 de junio de 2022.
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