Un festival de rarezas en El Saler
Esther García Llovet se toma todas las libertades para llevar al lector en volandas
Luis Ángel Adán León
Sábado, 11 de enero 2025, 10:33
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Luis Ángel Adán León
Sábado, 11 de enero 2025, 10:33
La casualidad ha hecho que este libro de febrero lo haya leído después de la dana de Valencia y me ha hecho pensar en lo especiales que pueden llegar a ser los valencianos. A pesar de ser un libro sobre personajes, sería impensable en otro ... lugar que no fuera los alrededores de la playa de El Saler, sus pinares y el ambiente lisérgico de aquellos lares. Un mundo raro que es la especialidad de la autora. Raro como sinónimo de único y singular, de extraordinario. Raro como el triunfo de la imaginación y de la ligereza, de cierto surrealismo costumbrista como si mezcláramos a David Lynch con Berlanga, sin que el resultado fuera ni lo uno ni lo otro. Todo un magma del que participan lo onírico y lo ingenioso, lo siniestro y, sobretodo, el humor.
La novela cuenta las peripecias de Adrián Sureda, un buscavidas, que trabaja como organizador de eventos y viaja a Valencia para comprar los fuegos artificiales que usarán en la inauguración de un parque de atracciones.
Pernocta en un camping de El Saler donde hace un descubrimiento asombroso: han surgido una serie de crop circles, esos círculos gigantescos que aparecen en los campos de cultivo y a los que algunos atribuyen un origen sobrenatural o relacionado con los ovnis. Frente a ellos, Adrián tiene una idea: ¿por qué no aprovecharlos como excusa para montar un festival tipo Burning Man?
A partir de ahí, viene el chorreo de imágenes, de personajes, de situaciones insólitas, de gatos monteses con una corona del Burger King, de chiringuitos en mitad del un bosque oscuro, de fantasmas. El protagonista va dando tumbos y nosotros con él. Hay momentos deslumbrantes; hay momentos casi de terror; y hay, siempre, momentos para reír. Todo ello narrado con ligereza.
Con un estilo, un fraseo y su ritmo que te lleva como en volandas de una página a la siguiente.
Todo es posible de su mano y ante la tentación de decir: «qué raros son los valencianos», este es un canto de amor a sus locuras. Buena suerte para todos ellos.
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