Hace 500 años se vivía en Castilla lo que hoy se tiene por la primera revolución moderna. Los llamados comuneros se alzaban contra la prepotencia del emperador Carlos V, un soberano extranjero que, repartiendo prebendas entre su camarilla e imponiendo impuestos abusivos, encendió la cólera ... del pueblo, de los artesanos y la burguesía. La revuelta acabó en un baño de sangre y con sus cabecillas Juan Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, decapitados. Lorenzo Silva (Madrid, 54 años) lo cuenta en clave de novela en 'Castellano' (Destino), un relato histórico fuera de cualquier patrón convencional y una muy personal indagación sobre la identidad.
Publicidad
«Fue un sueño que marcó la identidad española», asegura el escritor, que mantiene, «de momento y hasta 2022» en barbecho a Chamorro y Bevilacqua, los 'picoletos' protagonistas de su afamada serie negra. Entretanto, ha reconstruido la revuelta comunera «de forma literaria, no como un historiador» y «tratando de conectar con la identidad castellana y española». «Sobre ambas identidades hay cierto complejo», asegura Silva invitando al lector «a que busque su identidad al margen de cornetas tambores y banderas».
Silva elude así un relato bélico, político o sentimental, para «sintetizar con la mayor integridad posible unos hechos que revelan el carácter de un pueblo, el castellano, y que resulta determinante en la constitución de otro, el español». «De ambos me siento parte y, por tanto, no me acerco a ellos con la frialdad del historiador, pero tampoco con la ligereza del que simplemente ensarta anécdotas para agitar o pasar el rato», ilustra el autor.
Cree Silva que la historia de la «mal conocida» revolución comunera «tiene muchos ecos en la España de hoy». Y más «en tiempos que ofrecen indicios de desequilibrios y amagos revolucionarios, incluso airados, contra las estructuras preexistentes». «Un castellano y español del siglo XXI no puede aspirar a hacer una lectura neutral de aquellos hechos; solo puede intentar que sea honrada, y eso he procurado», recalca.
La novela, con constantes saltos temporales, es una búsqueda de la propia identidad del narrador-autor, conectando el siglo XV con el XXI. Repasa así «una corriente de libertad dentro de la legalidad en la que se antepone el reino al Rey», que «aún pervive» y que desde los comuneros «llegó a la revolución liberal, a las Cortes de Cádiz, impregnó la tradición constitucionalista del XIX, alcanzó la II República, a la Constitución del 78, y si se apura, hasta el 15-M, donde el pueblo se manifiesta contra lo que considera injusto». «Son los comuneros quienes primero invocan las libertades dentro de la Ley y del Derecho, porque fuera de la Ley solo hay anomia, y esa es una puerta a la tiranía», destaca Silva.
Publicidad
La épica revuelta «popular y transversal» de las gentes de Castilla contra los abusos imperiales de Carlos V culminó en la batalla de Villalar, librada el 23 de abril de 1521. Las tropas reales arrollaron a las de las Comunidades de Castilla y decapitaron a sus principales capitanes: Padilla, Bravo y Maldonado. La derrota marcó el declive definitivo de un próspero reino que se extendía a lo largo de tres continentes. Cree Silva que la lección que se extrae de aquella convulsión y del desafío al poder imperial es «que no se puede gobernar solo con el temor y el terror». «Carlos V lo hizo, se jugó su imperio y perdió», asegura.
Destaca Silva el papel del líder comunero Juan de Padilla el joven regidor toledano. «Se enfrentó solo contra 2.000 jinetes y cargó contra ellos, porque hay momentos en la vida que uno tiene que cargar por convicción, aunque la batalla esté perdida», sostiene el escritor en la conocida plaza toledana de Zocodover, ante la estatua del líder comunero que tiene en su mano izquierda unos grilletes abiertos y en la derecha un documento legal. «Los dos símbolos de su anhelo de libertad con Ley», explica Silva.
Publicidad
La semilla del libro germinó en una mañana de invierno mientras el narrador, trasunto de Silva, conducía por los campos de Castilla escuchando el disco 'Los Comuneros', del Nuevo Mester de Juglaría. Se avivaron entonces sus reflexiones sobre la identidad castellana -alimentada, confiesa, por el menosprecio a lo «mesetario» que observó en sus años de residencia en Cataluña durante el 'procés'- y comenzó a pergeñar la novela.
«He estado una década madurándola y documentándola», cuenta Silva en un paseo por las calles del Toledo medieval, donde en 1520 prendió la llama de la revuelta comunera que se extendió a Salamanca y Segovia primero, y luego a toda Castilla «reivindicando los derechos de las clases medias frente a un monarca despótico».
Publicidad
Silva narra la guerra de las Comunidades viajando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, siguiendo el desarrollo de un conflicto que acabaría con la masacre de los rebeldes tras su derrota de Villalar y ciñéndose a las fuentes historiográficas más ciertas. En particular a 'La revolución de las Comunidades de Castilla', magna obra del hispanista francés Joseph Pérez, y a las aportaciones de José Antonio Maravall y Manuel Azaña «que coinciden en señalar la revuelta comunera como la primera revoución moderna, cuando faltan 268 años para la francesa».
¡Oferta 136 Aniversario!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.