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El nuevo año ya está tomando carrerilla para celebrar el ingenio y tenacidad de la mente humana. Con ganas de dejar atrás la pesadilla del covid, se rendirá homenaje al genio de creadores, intérpretes y científicos que sabían abrir camino. Entre otras muchas personalidades, destacan ... Alexander Fleming, hijo de humildes campesinos escoceses, que se centró en la vida militar antes de dedicarse a la medicina y descubrir hace 100 años la penicilina; Pablo Picasso, que rompió en mil pedazos el canon de las artes plásticas; además de Lola Flores y Janis Joplin, dos cantantes de estilos y orígenes muy distintos, que a su manera se inventaron a sí mismas.
La 'faraona' vino al mundo hace un siglo y la segunda, 20 años más tarde. Ambas irradiaban un carisma hirsuto y bronco -con zapateado y aullidos en ambos casos- que cortocircuitaba a los públicos más convencionales. No habrían desentonado en el mismo escenario. Lo cierto es que hay energías destinadas a fluir en la misma dirección, como los cuentos y ensayos de Italo Calvino, el escritor italiano nacido en 1923 que soñaba con islas llenas de alegría y fantasía entre pesadilla y pesadilla, y los acordes milagrosos de Alicia de Larrocha, estricta contemporánea de Calvino. Ambos habrían congeniado porque se reían de sus limitaciones.
«Soy solo un hombre y por eso no renuncio a nada», reflexionaba el autor de obras como 'Si una noche de invierno un viajero' y 'El vizconde demediado' cada vez que recordaba su experiencia en la Resistencia durante la Segunda Guerra Mundial. Era un hombre tranquilo y un luchador, igual que Alicia de Larrocha, que tenía dedos diminutos y, aun así, rozaba lo imposible al tocar los conciertos de Rachmáninov, fallecido hace 80 años, que tomaba siempre como medida sus manos ciclópeas para componer. Se dice que entre el pulgar y el meñique tenía una envergadura de 30 centímetros.
Según el chelista Pau Casals, que murió en 1973, no hay fórmulas secretas ni atajos para conseguir dar las notas y sobre todo comunicar el mensaje de la música, ya sean las Suites de Bach o el Concierto de Dvorák. «Una nota más o menos, un fallo más o menos, no tienen importancia. Lo esencial es lo que hay detrás», recalcaba el músico catalán. Para lograrlo, no hay que tenerle miedo a la partitura. Ni a los planos, como apuntaba Gustave Eiffel cuando le decían que su torre era una locura.
Ahora se conmemoran los 100 años del fallecimiento del ingeniero Eiffel, tan osado como Victoria de los Ángeles, una mujer depresiva y de apariencia frágil, nacida en 1923, que fue la primera cantante española en conquistar el bastión wagneriano de Bayreuth, allá por 1961. La soprano tenía 28 años y no se amilanaba ante el público germano. De ella llegó a decir Maria Callas que era «la única flor en 'teatros-estercoleros'». Halago rotundo de una diva que sacudió en su día el polvo y academicismo del canto lírico para convertirlo en un espectáculo cargado de realismo, sudor y lágrimas.
La diva greco-estadounidense, que adelgazó más de 30 kilos para acercarse a las hechuras de Audrey Hepburn -un nuevo modelo de belleza de la que se cumplen 30 años de su fallecimiento-, era un prodigio de la naturaleza y de la fuerza de voluntad. Tenía un chorro de voz que pulió como un diamante y deslumbró durante un brevísimo periodo -entre 1950 y 1957- antes de consumirse como una llama. Nacida en 1923, rondaba los 34 años cuando empezó su declive vocal. Así y todo, le dio tiempo para marcar un antes y un después en el siglo XX.
La Callas fue en lo suyo como Picasso, del que ahora se ha organizado medio centenar de exposiciones en Europa y América por el 50 aniversario de su fallecimiento. Entre tanta oferta, convendría no perderse el monográfico del Museo del Prado, centrado en la influencia del Greco en Picasso (a partir del 13 de junio), y tampoco las esculturas, de muy diversos estilos y materiales, que acogerán el centro Picasso de Málaga (desde el 9 de mayo) y más tarde el Guggenheim (el 29 de septiembre). Las figuras de Picasso fascinaban a Pablo Neruda, muerto también hace 50 años, que desde sus estancias como diplomático en Birmania, Colombo, Java y Singapur no podía evitar sentirse atraído por las máscaras y homúnculos rituales. El autor de 'Residencia en la tierra' rendía culto a la vida y las fuerzas de la naturaleza. «¡Absorbamos el mundo hasta la última gota!», exclamaba el poeta chileno.
El ímpetu del mar, en la versión calmada del Mediterráneo, también sirvió de acicate a Joaquín Sorolla, del que se cumplen 100 años de su muerte. Con más de 4.000 obras inventariadas, los fastos de su aniversario no han hecho más que empezar. De entrada, ya puede visitarse la exposición 'Orígenes' en el Museo Sorolla de Madrid, que muestra al detalle la trayectoria del artista, profeta en su tierra y más allá. Muy especialmente en Estados Unidos, donde los multimillonarios no tardaron en enamorarse de sus escenas de playa y jardines.
Otro fan del Levante -después de rodar 'El Cid' en Peñíscola-fue Charlton Heston, del que se festejarán dos efemérides: 100 años de su nacimiento y 15 años de su muerte. El actor, imbatible como protagonista de tramas épicas y bíblicas, no solo aprendió en Valencia a cocinar paella para los amigos, sino que también tuvo ocasión de retratar a Sofía Loren y Raf Vallone, coprotagonista en el filme de Anthony Mann. El actor era un avezado dibujante y muy bien podría haberse ganado la vida como caricaturista. Siempre le gustaron los cómics y es probable que le hicieran gracia los tebeos de Garfield, que nació hace 45 años de la mano de Jim Davis.
Nada que ver con J.R.R. Tolkien. El autor de 'El señor de los anillos' incluía a los gatos dentro de la fauna de Mordor. El escritor sudafricano creó mundos y epopeyas, como una manera de conjurar y superar sus traumas de la I Guerra Mundial, y en parte lo consiguió. No obstante, la aversión a los felinos le acompañó toda la vida. Era algo que Tolkien, muerto en 1973, no podía evitar. Nino Bravo, cuya voz se apagó ese mismo año, se habría reído de esa fobia. No le tenía pavor a nada. De ahí que sonara tan convincente al cantar «me voy, pero te juro que mañana volveré». Una cosa es cierta: este año le escucharemos más todavía.
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