Natural de Diego Urdiales al toro que le cortó la oreja. ZÚÑIGA&TOROS
Toros | Zaragoza

Y llenó el alma para el invierno

Diego Urdiales finaliza la temporada cortando una importante oreja a su último toro de Juan Pedro Domecq en Zaragoza

Viernes, 14 de octubre 2022

No fue fácil verle llegar hasta la capital aragonesa; pero llegó el día y la hora. La de poner fin a la temporada que ya van 23 para Diego Urdiales. Esta vez en Zaragoza ha sido su último gran esfuerzo en busca de llenar el ... alma para despojarse del vestido y transitar por los meses fríos. El camino por el que este año ha circulado Urdiales ha sido rocoso, áspero; le hemos visto caer, sufrir, reponerse y venirse arriba. El esfuerzo ha sido mayúsculo; titánico en los primeros compases del año. In crescendo ha ido su periplo como la faena que obró a su segundo de Juan Pedro en la tarde de este viernes, un toro que fue repetidor y exigente y al que tuvo que lidiar con firmeza en el toque y dureza en el mando. Faena torerísima, cumbre, de precisión a la hora de calibrar los tiempos y de dominar los terrenos. Muy inteligente. Hubo pasajes que resultaron fogonazos que viajaron directos al pecho.

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La corrida

  • Plaza de toros de Zaragoza. Feria del Pilar. Se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq. Lleno de «no hay billetes».

  • Morante de la Puebla: de grana y oro. Dos pinchazos, estocada caída, descabello (silencio); estocada tendida (oreja).

  • Diego Urdiales: de soraya y oro. Estocada caída (silencio); pinchazo, aviso, estocada (oreja).

  • Alejandro Talavante: de rosa palo y oro. Medio bajonazo, dos descabellos (silencio); estocada caída (silencio).

Con el capote se había lucido a la verónica y el galleo por chicuelinas vino a confirmarnos que Urdiales estaba arrebatado. Bravo. Tuvo que perderle siempre pasos al toro tras cada muletazo porque el animal quería ir tan cosido a la muleta que cuando terminaba el viaje no se desplazaba más y se revolvía, pero ahí estaba Diego para imponerse. Una serie por el derecho fue la gloria y broche a una faena torerísima en la que también brilló al natural muletazo a muletazo, lentísimos, enroscados y con un empaque excelso. El pinchazo previo a la estocada dolió, pero Urdiales paseó la oreja sonriente. Su primero quiso más de lo que pudo. El Juampedro pedía distancias y cuando llegaba al embroque perdía las manos. Trató Diego de sostenerlo a media altura para hacerle faena porque clase tenía, pero se vació pronto y se quedó sin fuerza. La tarde la compartió con Morante que anduvo inspirado en su segundo y al que le armó una gran obra, y Talavante, que no logró acople. El fin de fiesta fue gozoso, perfecto para saludar al invierno.

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