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La margen izquierda del Nervión en los años 80 y 90 era territorio comanche. La violencia etarra por un lado, la heroína por el otro, y en el medio, una sociedad que sufría los efectos de la reconversión industrial, con una tasa ... de paro de más del 30% que llegaba al 50% entre los jóvenes, agarrados al rock radical como fuente de sentido a sus existencias. En este entorno crece Amaia, la protagonista de 'Mejor la ausencia' (Galaxia Gutenberg), el nuevo libro de la escritora vasca Edurne Portela (Santurce, 1974), un recorrido con toques biográficos por un momento y un lugar que marcaron la vida de miles de personas.
"Lo que pasó en la margen izquierda es muy complejo. El paro creó un sentimiento de desarraigo muy fuerte y la juventud se acabó autodestruyendo con la heroína. Y en ese caldo de cultivo encontró ETA un vivero. Estaban los jóvenes despolitizados, pero otros se politizaron y acabaron en la banda, incluyendo muchos 'maketos', hijos de emigrantes de otras regiones de España que se sentían desarraigados", explica Portela, experta en el estudio de la violencia y autora previamente de un ensayo, 'El eco de los disparos', que analizó el terrorismo en el País Vasco y también la represión de las Fuerzas del Estado y de la Policía, en una sociedad desgarrada y con las relaciones sociales rotas.
Ante una situación así, quedaban pocas salidas: o marcharse fuera del País Vasco o una especie de exilio interior. "Yo me refugié en mis cosas y luego me fui. Fui un testigo y no hice nada", recuerda Portela. "Había gente muy valiente que llevaba el lazo azul y que se enfrentaba a quienes se lo recriminaban, pero era una minoría. La mayoría no se quiso meter, lo que no quiere decir que no sufrieran", cuenta la escritora.
Seis años después de que ETA anunciara el cese definitivo de la violencia, Edurne Portela cree que a la sociedad vasca "le queda mucho recorrido por hacer". "Tenemos que ser cuidadosos con el modo en que procesamos el dolor", sostiene. Y esto es un lamento sobre 'Ocho apellidos vascos', película convertida en símbolo de la normalización que, sin embargo, no cuenta con el apoyo de la autora. "Una cosa es el humor inteligente que desvela la realidad del problema, y ahí encuadro la película 'El negociador'. Pero otra cosa es el humor blanco que tapa la realidad, y eso sucede con 'Ocho apellidos'".
Cree Portela que no se puede pasar página sin hacer un ejercicio de "verdad, justicia y reparación". "Los que quieren pasar página más rápido son los que tienen más cosas que ocultar. Pero también hay gente que aboga por un trabajo lento y responsable para el diálogo y la convivencia, como la Fundación Buesa, e iniciativas con la del alcalde de Renteria, Julen Mendoza, de Bildu, que ha hecho un reconocimiento público a las víctimas de ETA".
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