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Inagotables e inabarcables, las aventuras de aquellos europeos que entre los años 1099 y 1300 abandonaron sus casas para irse a Oriente a reconquistar Tierra Santa continúan levantando pasiones y aventando debates. La obra del historiador británico Thomas Asbridge arroja luz sobre esa controversia porque ... se esfuerza en ofrecer los dos puntos de vista, también el de los musulmanes que defendían su territorio de la ofensiva cristiana. Lo hace en su monumental obra 'Las cruzadas', que acaba de publicar en España la editorial Ático de los Libros.
«Los cruzados eran a la vez héroes y villanos. Sobre todo al principio, se declaraban seguidores de la voluntad de Dios. Pero después, aquel espíritu se mezcló con causas más terrenales, como la ambición por poseer tierras y riqueza», resume Asbridge, profesor de Historia Medieval en la Queen Mary University de Londres y uno de los mayores expertos mundiales en las cruzadas. Tanto que asesoró al director de cine Ridley Scott en su película 'El reino de los cielos' (2005).
En 'Las cruzadas' aparecen Ricardo Corazón de León y Saladino, pero contextualizados, la principal preocupación del autor, que ahonda en el papel que jugaron los templarios no sólo como guerreros, sino también como «enlaces» entre Occidente y Oriente, a través del comercio y del intercambio cultural. «Los cruzados fueron muy importantes en su época, casi como los futbolistas ahora, y su influencia no se puede subestimar: gracias al dinero que recibían de los nobles, fueron capaces de tejer una red que unió los dos mundos», asevera Asbridge, que rechaza los paralelismos que se establecen con mucha frecuencia entre las cruzadas y el mundo actual. «Aquel fue un instante histórico particular que no tiene extrapolación con el presente. Hay que resistir a las tentaciones de simplificación. Tras los atentados de Madrid en el 2004 Al-Qaida habló de una cruzada en Europa, y eso es una locura».
«La Reconquista se ha utilizado para forjar el carácter español, pero hay que saber que cada momento de la historia tiene sus propias características», insiste Asbridge. A su juicio, el papel de los españoles en las cruzadas fue testimonial porque «tenían la batalla en casa». «En España combatían en su propia guerra, eran cruzados en su tierra», asevera.
Que no se pueda trasladar sin matices lo ocurrido hace un milenio al tiempo actual no significa que las cruzadas no ofrezan interesantes enseñanzas a quien las contemple con los ojos del siglo XXI. Argumenta Asbridge que la derrota de los cristianos se explica por la imposibilidad de combatir durante años y años lejos de su territorio, con la dificultad que eso suponía para la llegada de suministros, el traslado de los soldados o los problemas para conocer el terreno. «Cuidado si luchas en Afganistán», resume el autor. «Las cruzadas nos muestran la dificultad de hacer una guerra abierta en lugares tan distanciados. La topografía y la geografía siguen siendo muy importantes para una batalla y ahora pensamos que son factores que con la tecnología se pueden superar, pero no es así», culmina Asbridge.
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