«Los Tercios estarían muy enfadados con lo que ocurre en Cataluña»

Los problemas llegaron cuando Carlos I legó a su hijo Felipe II el gobierno de España y también de Flandes; un cambio que no fue bien visto por los habitantes del territorio que ahora ocupan los Países Bajos porque el nuevo monarca quería convertirles al catolicismo, además de que no favorecía sus intereses. Las revueltas iniciales se convirtieron en una guerra que duró 80 años, con 12 de tregua. «España se creía guía y rectora del mundo, pero tras perder Flandes, todo se hundió», asevera Martínez Laínez. Una derrota que se explica por la falta de hombres y de dinero de un ejército extenuado tras décadas de lucha. «España se quedó sin su proyecto de monarquía universal católica y ambos factores comenzaron a retroalimentarse», agrega el autor de obras como 'Banderas lejanas', 'Una pica en Flandes' o 'Tercios de España'.

Para contar qué sucedió Martínez Laínez se mete en la piel del genovés Ambrosio Spínola, capitán general de Flandes durante la guerra, un personaje «quijotesco» que dirigía los Tercios aunque le costaba dinero de su propio bolsillo. «Por ego y por una visión romántica, estaba dispuesto a arriesgar su fortuna», recuerda el escritor.

El pasado 12 de Octubre, un grupo de Tercios (el nombre se conserva en unidades de la legión y de la marina españolas) desfiló con el traje del siglo XVI, una manera de recordar el 450 aniversario del Camino Español, un trayecto que permitía a las tropas españolas moverse desde Milán a Bruselas. «Es un detalle muy bonito que puede ayudar a recuperar la amnesia histórica que nos caracteriza. Ha llamado tanto la atención porque nos recuerda que en el pasado nuestro país tuvo mucho que decir en el mundo», asegura Martínez Laínez. ¿Qué pensarían los Tercios de lo que está sucediendo en Cataluña? «En 1640 ya tuvieron que intervenir allí. Pero seguro que ahora estarían muy enfadados», dice.

«La historia se repite con demasiada frecuencia», añade el escritor. «A España la sigue persiguiendo una especie de tribalismo que es muy negativo, pero es que desde el punto de vista políticos de alguna manera somos medievales», sostiene.