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Sonsoles Ónega (Madrid, 45 años), se encuentra muy a gusto en su piel. Ha pasado de ser la reina de las tardes televisivas a ser la reina del Planeta literario gracias a su novela 'Las hijas de la criada', una historia de tres generaciones de ... mujeres fuertes entre Galicia y Cuba. Es la sexta que escribe la periodista y presentadora. Con ella se embolsa un millón de euros y entra en la fabulosa nómina del Planeta. «Escribo lo que me da la gana y hago la tele que quiero», se ufana con su flamante trofeo entre las manos. Pero advierte que «ser madre, trabajadora y escritora es casi como escalar el Everest».
-De la reina de la tarde en la tele, a la reina del Planeta. Menudo salto
-En los literario sí. La potencia del Planeta me permitirá llegar a muchos lectores. Es un espaldarazo como la copa de un pino. Pero mi techo no era el Planeta. Es poder seguir escribiendo.
-¿Le conmueve más un millón de euros o un millón de lectores?.
-Un millón de euros no está mal. Pero prefiero un millón de lectores. Ves a María Dueñas o Juan Gómez-Jurado, con sus cifras de lectores y me dan una envidia terrible. Sé que algunos de mis primeros libros no cubrieron el adelanto de 3.000 ejemplares. Ahora da vértigo. Somos los libros que leemos. Quiero que lean quienes no leen. No hay ciudadano mejor armado que uno leído.
-Ha ganado con novela de amor, de búsqueda de la verdad sobre mujeres valientes que trabajaron en el mar y durante cien años.
-La conservera fue una industria injusta con las mujeres, que se dejaron las manos limpiando pescado y cerrando latas. Esta novela hace justicia con todas. Arranca en la Galicia de 1900 y cuenta cómo en tres generaciones se construyó un imperio sobre una lata. Lo que hizo la industria del mar en Galicia con unas gentes que estuvieron en todas las guerras sin perder ninguna. Ha sido difícil. La escribí en mitad de muchos avatares, durante tres años, en los camerinos de dos televisiones, compaginando escritura televisión y maternidad. Pero me sentí imantada desde el principio.
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Miguel Lorenci
Miguel Lorenci
-Dedica premio «a los hijos de las escritoras y a las escritoras con hijos ¿Es casi como escalar el Everest?.
-Pues sí. Así lo creo. No sé si tanto como escalar el Everest. Pero ser madre, tener una carrera profesional y escribir es durísimo. No me victimizo. Lo hago porque quiero y con mucho gusto. Pero supone un esfuerzo mucho mayor que el de cualquier hombre escritor con hijos. El creador hombre se escapa de la 'modernidad' de repartir tareas. Sigue siendo hoy como uno de hace 40 años. La rabia es no haber aprendido antes de ellos. Escribí 'Nosotras que lo quisimos todo' para entender qué le pasa a las mujeres y para que a todas las que les pasa no se sientan la última imbécil del siglo. Recomiendo un libro que me salvó de algunos sufrimientos y malestares, 'Silencios', de Tillie Olsen, que cuenta esto. Que crear para una mujer es mucho más complicado que para un hombre. Requiere de tiempo, silencios. De alguna manera echas a los tuyos y lo pagas. Yo lo he pagado.
-Escribe las novelas que quiere, dice ¿Hace la televisión que quiere?
-Sí. Hago la tele que quiero y escribo lo que me da la gana. Pensaba que solo me gustaba la información pura y dura. Pero desde que hago magazines he descubierto lo apasionante que es contar las cosas de otra manera. Me va a costar mucho salir de ese registro. Lo que más me gusta de lo que hago ahora es que combinamos todos los elementos, salvo la política que no tocamos para nada
-¿Y eso es una bendición?
-Lo es. Más en un momento en el que estamos tan polarizados y tan necesitados de soluciones sencillas para problemas muy complicados.
-¿Cómo ve esa política que elude su programa?
-Estamos en un momento delicado de tensión y de importante estrés institucional. Estoy expectante para ver cuál es la fórmula que va a encontrar este gobierno para amnistiar a un no juzgado. Desde ahí, leeremos la letra pequeña. A ver cómo lo hacen.
-Qué es lo que más le gusta de este país crispado.
-Su talentazo. Somos un país creador. Rebosante de talento a pesar de su clase política, que no está a la altura de la sociedad civil en modo alguno.
-Y vive como quiere.
-También.
-Se le viene encima un año morrocotudo ¿cómo compaginar la promoción con un programa diario y tan exigente como el que realiza a diario?
-Estoy muy tranquila. Javier Bardají (Consejero Delegado de Atresmedia) me ha dado un abrazo y espero que eso signifique que puedo cumplir con las obligaciones de la tele y con las promocionales. Estamos en un momento de fuerte competencia y de estrés diario importante e intentaré compatibilizarlo todo.
-Cómo lleva la tiranía de los audímetros ¿No es un estrés insoportable?
-Es agobiante. Es estresante. Sí. Te condiciona el día desde el despertar. Cada mañana a las ocho y diez tenemos la prueba del algodón. Pero son las reglas de este juego y hay que aceptarlas. Tampoco supone un disgusto diario. Gracias a Dios nos está yendo bien. Este negocio es así
-No podría vivir sin escribir pero ¿sin hacer periodismo?
-Pues creo que sí.
-Cuál es la principal enseñanza que debe a su padre, Fernando Ónega.
-Ser honesta conmigo misma. Y trabajo, trabajo y trabajo. Si no actúas con honradez y honestidad es difícil que al otro lado lo perciban así. También el respeto a los personajes y bajarse del tacón porque todo lo que sube baja.
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