Lydia Cacho. EFE

La reportera Lydia Cacho cuenta su vida para diseccionar México

La periodista recurre a sus cartas y diarios para combatir la biografía que pretendía hacer de ella un gobernador corrupto, ahora en prisión

Lunes, 1 de agosto 2022, 00:23

La reportera mexicana Lydia Cacho se reveló pronto una niña precoz. A los 12 años escribía sobre la muerte y el suicidio. A esa misma edad un primo suyo la asaltó en la cama. Ella no se considera un caso excepcional. No en balde, cada ... 18 segundos una mujer es violada en su país. Si la violencia sexual es algo trágico, más doloroso aún es que el 95% de quienes perpetran en México una agresión sexual salgan impunes.

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La periodista, ahora exiliada a sus 59 años en España desde que unos sicarios allanaran su casa y mataran a sus tres perras, es una mujer valiente. En 2005, después de publicar 'Los demonios en el jardín', un libro en el que sacaba a la luz la existencia de una red de pornografía infantil, Cacho fue secuestrada y torturada por un grupo de policías. El motivo: no se arredró y denunció una trama de pederastia en la que estaban involucrados poderosos empresarios y políticos. Tampoco se amilanó cuando contó esa terrible experiencia en 'Memorias de una infamia', que ha sido llevada al teatro.

En su nuevo libro, 'Cartas de amor y rebeldía' (Debate), la reportera descubre sin pudor aspectos de su vida íntima. Desde que su madre le regaló cuando era una cría un diario para que anotara lo que quisiera, no ha parado de escribir.

Lydia Cacho se ha animado a entregar documentos a la imprenta y a relatar su biografía para que nadie ofreciera una sedicente versión de su vida. «El exgobernador de Quintana Roo, a quien investigué por corrupción e implicaciones con la delincuencia organizada, pagó a una exdiputada local para que escribiera una biografía falsa de mí». Ese hombre se llama Roberto Borge y desde hace cuatro años permanece en prisión. Ningún colega hizo caso de la sarta de embustes que pintaban a una Lydia Cacho inverosímil, analfabeta, que recurría a negros para escribir sus libros y que se prostituía. «Me cansé, sabía que tenía que huir porque sospechaba que me iban a matar. Pero también me dije: ¿por qué van a ser ellos quienes cuenten mi historia?».

Contando su vida, Lydia descorre el velo que oculta la existencia de muchos compatriotas. Sus primeros escritos hablan de un México gobernado por el PRI, describen las desapariciones de estudiantes, las contradicciones y rarezas de un país que poco a poco se acostumbra a la violencia y la mentira. Vicisitudes que son narradas con pulso ágil por una niña díscola de clase media que huye de su hogar porque se niega a aceptar el destino decretado por el machismo.

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Cacho, que de joven tenía como referencia a Oriana Fallaci, asevera que los asesinatos de reporteros, el exilio y las campañas de descrédito han dado la puntilla al periodismo mexicano. «En la literatura, en la música y en el cine se ha glorificado la violencia». Argumenta que las periodistas de su país han sido pioneras de una maquinaria de hombres donde las mujeres no estaban bien vistas.

Búsqueda existencial

Con 'Cartas de amor y rebeldía', la escritora dibuja el retrato de una vida consagrada a la búsqueda existencial, al romance, la pasión, la poesía y la indignación de vivir en un mundo injusto. «Al transcribir las cartas y fragmentos de los diarios, fui acercando la vida de la que soy en 2022 a la de la joven que soñaba con una vida de aventuras», escribe la periodista.

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«Sentía que debía hacer un rescate emocional de mí misma. De todas las cosas de mi vida, lo único que yo he guardado y valorado profundamente en términos materiales han sido mi casa, porque no quería me mantuviera ningún hombre, un auto, mis fotografías, diarios y mis cartas. Lo único que podía recuperar eran mis diarios y cartas: son mi tesoro personal», sentencia la periodista.

De la tortura nadie sale indemne, tampoco Lydia Cacho. Ha tenido que recurrir a la terapia para salir delante de las heridas abiertas. Está persuadida de que el estrés y el miedo reprimido acentúan la predisposición a padecer algún tumor. El hecho de que su madre fuera psicóloga la ayudó a entrar sin tantos prejuicios como otras personas en la consulta de un psicoterapeuta.

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Cacho es una letraherida y una escritora prolífica. Ha publicado 19 libros que se han traducido a varios idiomas y ha recibido decenas de galardones por su trabajo, entre ellos el Premio Mundial de la Libertad de Prensa Unesco-Guillermo Cano (2008) y el Nicolás Salmerón de Derechos Humanos (2013).

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