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Estados Unidos es el país más rico del mundo y el que tiene un mayor índice de pobreza entre las democracias avanzadas. Solo la economía ... de California es mayor que la de todo Canadá y, sin embargo, en Canadá la proporción de pobres es muy inferior a la de Estados Unidos. Escenas de miseria que se dirían propias del Tercer Mundo forman parte de la cotidianidad americana. Sobre esta paradoja construye Matthew Desmond este ensayo directo, documentado y veloz que comienza apuntalando una sólida base fáctica para avanzar de un modo llamativo hacia el manifiesto. En su prólogo, Desmond advierte de que no va a escribir otro libro sobre la pobreza describiendo las vidas de quienes la sufren sino intentando entender por qué un país rico tiene tantos ciudadanos pobres para buscar a continuación el modo de solucionarlo. El autor asume que este paso es infrecuente en un ensayo de esta naturaleza, pero su libro aspira a la intervención. «Enrocarse en la complejidad es con frecuencia un reflejo de nuestra posición social más que una muestra de inteligencia crítica», escribe Desmond.
La mezcla de complejidad y dispendio que caracteriza al sistema de ayudas públicas, la trampa financiera de los descubiertos en cuenta y los créditos rápidos, la imposibilidad de acceder a la vivienda y la segregación como forma de explotación son algunos de los asuntos que Desmond describe en la primera parte del libro. Lo hace combinando los datos con historias personales que resultan de una gran viveza pero están muy dosificadas.
Se diría que no se trata de que el libro incurra en la inercia de los casos particulares ni tenga en el fondo otro rostro que el del propio lector. El autor avanza así hacia su propuesta, que apunta hacia lo que podría parecer un elemento colateral del problema: son los ciudadanos que no son pobres, aunque se sientan cada vez más inseguros en su prosperidad, los que deben derribar el muro. Eso implica cosas como terminar con la «exasperante paradoja» de que quienes disfrutan de las exenciones fiscales que suponen el principal «gasto invisible» del Estado piensen que el Estado no hace nada por ellos y quieran reducir su tamaño. O que el ciudadano que accede a la vivienda en propiedad deje de sentirse amenazado cuando se intentan proyectar viviendas sociales en su vecindario. «La prosperidad sin pobreza sería algo diferente», escribe Desmond en las páginas directamente de combate que completan un ensayo inteligente, sólido y vibrante. «Una nación empeñada en acabar con la pobreza es una nación verdadera y obsesivamente comprometida con la libertad».
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