El Oriente Medio de los ochenta con los ojos de un niño

De la infancia de Riad Sattouf (5 de mayo de 1978, París), quien pasó sus primeros años de vida entre Francia, Libia y Siria, ha surgido un retrato híbrido de la cultura occidental y la árabe que se ha convertido en un éxito de ventas en Francia. En tres ejemplares ha revelado a través de los ojos de un niño las dificultades de descubrir la vida cotidiana durante la dictadura de Muamar el Gadaffi en Libia y la de Hafez al-Asad en Siria.

La tercera entrega de 'El árabe del futuro' (Salamandra) muestra en viñetas la pelea continua por una madre occidental que quiere regresar a Bretaña para dejar una Siria (1985-1987) incómoda y triste para ella mientras su marido intenta subir escalones en la universidad -que le reconoce mucho más que la europea- y la política. Mientras, la novela gráfica muestra como el pequeño Sattouf enseñaba a sus primos la fascinante historia de Conan el Bárbaro y trataba de acercarse a lo que se esperaba de un árabe interesándose por la circuncisión o el Ramadán aunque su padre intentaba apostar por una educación mixta con la intención de evitar un oscurantismo religioso del que era difícil escapar.

Aquel visionado de Conan le costó la reprimenda religiosa de sus primos, el ayuno no le resultó más que un sufrimiento y el corte en el prepucio no le evitó seguir pareciendo sospechoso. «En Siria era francés, y en Francia, un árabe con un nombre muy raro», reconocía el artista ahora que vive en la Francia que empieza a aparecer en su tercer libro.«Mi idea era contar la historia de Oriente medio a través de la mirada cándida de un niño, porque un niño carece de claves para descodificar la realidad que se adquieren cuando uno es adulto. Quería contar los hechos, sin juicios», explicaba Sattouf al lanzar el primer libro con éxito.

Hoy, Sattouf tiene el pelo moreno y rizado, ha dirigido dos largometrajes, también ha triunfado con 'Los cuadernos de Esther' (Roca Libros) y no deja de mirar a Siria con la preocupación de un adulto. Sin embargo, su idea es mantener su mirada de niño -la cuarta entrega se publicará este año- porque entiende que es la manera de mostrar su infancia en Oriente Medio mientras se pregunta si es ese árabe del futuro que tenía proyectado su padre.