En 2005, los militares del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (Ceseden) recibieron una orden: salir a los medios y darse a conocer. Desde entonces, el coronel Pedro Baños (León, 1960) ha participado en el debate público. Formado en Turquía, China e Israel, ... jefe de Contrainteligencia y Seguridad del Cuerpo de Ejército Europeo (Eurocuerpo) y con experiencia en la misión internacional de Bosnia, este coronel ahora en la reserva es un experto en geopolítica que se ha hecho popular gracias a la televisión y que escribe libros que siempre están entre los más vendidos. El último se titula 'La encrucijada mundial' y está publicado por Ariel. Sus opiniones, en asuntos como la guerra de Ucrania, no siempre coinciden con las mayoritarias, pero Baños defiende su coherencia y su total libertad.
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-¿Es partidario de negociar con Rusia, precisamente ahora que en el campo de batalla parece mostrar signos de debilidad?
-Rusia ha cometido grandes errores, el primero, la invasión, que debe ser condenada tajantemente. Pero lo que tenemos que hacer, ahora y siempre, es negociar y ser prudentes, y más con países que tienen armas nucleares, son muy belicosos y muy nacionalistas y no entendemos bien el valor que le dan a conceptos como la vida. Yo estoy convencido de que se está negociando. Ucrania tiene que salvar la cara, que puede ser ingresando en la Unión Europea o recibiendo grandes inversiones, pero Rusia también que verse como ganadora, y Crimea y el Donbás pueden ser sus líneas rojas. Seguro que los rusos, y seguro que también los ucranianos, están cometiendo crímenes de guerra y no debemos permitir que continúe esta matanza, que por supuesto, afecta a los ucranianos, pero que también nos perjudica a nosotros, porque lo estamos pasando mal.
-Su punto de vista contrasta con la opinión pública, claramente posicionada con Ucrania.
-Personalmente, los ataques en las redes no me afectan, y luego hay que diferenciar entre la opinión publicada y la pública. Lo que yo me encuentro en la calle no tiene que ver con lo que se dice que opina todo el mundo. Y convencernos como masa es más fácil que convencernos individualmente. Como masa, a través de una campaña de manipulación que solo nos llega de un lado, es fácil convencer.
-Pero es que Rusia lo tiene difícil para convencer de que invadir un país está bien...
-Jamás podrá. Pero tenemos que entender que no es una guerra entre Rusia y Ucrania, sino una guerra internacional. Tratar de que veamos a unos como demonios y otros como ángeles... Ucrania nunca ha sido el país idílico que nos quiere mostrar. Y lograr esa imagen se ha conseguido a través de mensajes repetidos en los medios por personas que no son expertos. Pero cuando sales a la calle el apoyo a Ucrania no es tan unánime. Ucrania es un país invadido y merece toda nuestra solidaridad, pero hemos entrado en un estallido de cansancio. El Partido Republicano de Estados Unidos está cansado de que se le ingresen cifras de dinero tan fabulosas a Ucrania. Y si esto hubiera pasado en un país africano, lo veríamos de otra forma. Siempre hay que buscar una salida negociada.
-Pero insisto, resulta muy difícil ponerse en el lugar del agresor y pensar que en una negociación puede salirse con la suya.
-Ese es el planteamiento de Ucrania, ¿por qué yo tengo que perder algo? Pero necesitamos un análisis profundo, no superficial. Estamos en un momento en que Estados Unidos, que había dominado el mundo a placer desde 1991, se da cuenta de que su poder ya no es omnímodo, con ataques al dólar y con dos potencias antagónicas: Rusia, rival geopolítico y militar, y China, rival geopolítico, financiero y tecnológico, aunque no militar. La invasión pone en los brazos de China a Rusia y Estados Unidos no lo ve con excesivos malos ojos porque tiene a un enemigo, Rusia, entretenido, y a nosotros, la Unión Europea, más supeditados, sobre todo cuando hablábamos de nuestra independencia militar. Si ese acercamiento que yo propugnaba entre la Unión Europea y Rusia se hubiera producido, habríamos sido los amos del mundo. ¿Pero a quién perjudicaba? A Estados Unidos y China.
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-Pero ¿no es la suya una visión demasiado pragmática? También están los valores.
-¿Y por qué compartimos relaciones con Arabia Saudí, con Catar, con Turquía o con Egipto? En el mundo, lamentablemente, el 70% de la población vive bajo regímenes autoritarios. ¿Dejamos de tener relaciones con todos ellos? ¿Con China? Yo soy una persona de origen humilde y la democracia me lo ha dado todo, pero no podemos ser hipócritas. Las democracias plenas son una veintena, y luego están las imperfectas, las híbridas y las autoritarias. El mundo es complejo. En la UE somos 500 millones de personas y en todo el mundo, 7.500 millones más que funcionan con otros sistemas. Sistemas que, en algunos casos, consideran que les van bien, y que son válidos, y creen que el nuestro no es válido. Yo estoy convencido de que nuestros valores proporcionan más libertad y la democracia es el menos malo de los sistemas. Pero teníamos que haber sido más pragmáticos mucho antes. Sin perder lo nuestro, ser conscientes del momento de ruptura en el que ha entrado el mundo. Tenemos que ver cómo encajamos sin perder nuestros valores y principios.
-En su nuevo libro aboga por reconstruir las democracias. ¿Cómo?
-Primer punto, la enseñanza. Tenemos que hacer una enseñanza compatible con las salidas laborales, una enseñanza exigente, como hace China. No podemos decir que todo es fácil porque no es así. Estamos castigando a los jóvenes con alto paro y sueldos de miseria, y eso nos está ocurriendo a las democracias liberales. Y segundo, un nuevo liderazgo. Para rivalizar con los líderes autoritarios necesitamos líderes de calidad, líderes que te ilusionen y motiven, y ahora no los tenemos. Debemos exigir tener a los mejores políticos, porque parte de la culpa es nuestra porque hemos pensado que la política es un juego, y no es un juego.
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-¿Qué papel tiene que jugar España en el mundo del futuro?
-Lo primero es que todos los españoles tenemos que volver a unirnos. Debemos convertir nuestra gran diversidad, que es una suerte, en una riqueza. Pero para eso necesitamos políticos que no quieran usar esa diversidad para dividirnos, sino para unirnos. El pueblo español es maravilloso, ejemplar, pero necesitamos unidad. Si estamos unidos, somos imbatibles. Y optimizar recursos, no puede ser que cada comunidad tenga un centro de inteligencia artificial. Cuando tienes pocos recursos, debemos optimizarlos. Tenemos gente joven maravillosa que solo necesita una oportunidad. En el campo podemos producir de todo, tenemos sol para las energías renovables, tenemos acceso al mar. Debemos ver lo que nos interesa como país, dejando de lado los intereses de los demás. No digo abandonar a Estados Unidos y a la OTAN, pero sí acercarnos más a otras potencias y ver dónde podemos encajar. Aquí los políticos dicen: «A mí todo me lo dice Bruselas». Pues entonces no me sirves.
-En 2018 usted estuvo a punto de ser nombrado director de Seguridad Nacional. ¿Qué ocurrió para que su nombramiento se echase atrás?
-Yo salí de Moncloa nombrado de palabra director de Seguridad Nacional. Tengo la documentación y algún día, si me atrevo, escribiré un libro sobre ello. Y digo 'si me atrevo' porque hay personas de mucho poder involucradas. Yo tengo ideas concretas que mantengo, muy revolucionarias, en el sentido de pensar por dónde va el mundo, dejando de lado inercias, y entendiendo las claves geopolíticas. Mi visión sobre Rusia, igual que la de Macron al principio o Merkel, es que debíamos acercarnos a ellos si queremos sobrevivir. Lo sigo manteniendo, y no todo el mundo estaba de acuerdo, pero para desacreditarme, se dijeron cosas ridículas, como que yo creía en los ovnis o cazaba fantasmas, por salir en el programa de Iker Jiménez.
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