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Mitad thriller, mitad novela histórica, 'El espía' (Planeta) es la quinta novela de Jorge Díaz, integrante del trío de escritores que firma bajo el pseudónimo de Carmen Mola. Obsesionado con 'La verdad sobre el caso Savolta', de Eduardo Mendoza, a Díaz le fascinan los ambientes perdularios del primer tercio del siglo XX, aquellos en los que pululan pistoleros, espías y anarquistas que se mueven con desparpajo en espacios disolutos, huelgas y pendencias. Díaz, que le debe a Mendoza su temprana vocación de escritor, indagó en los maravillosos personajes de aquella época y recuperó de todo ese entramado al comisario Brabo Portillo, uno de los malos de la historia, y al barón Von Roland, un tipo canijo, apuesto, seductor y muy extraño. Baste decir que era un judío que colaboraba con los nazis y a quien le gustaba perderse en la noche tras el rastro de cabarés y burdeles. «Los nazis lo apresaron, lo acusaron de traición y lo llevaron a España. Aquí logró un pasaporte».
En 'El espía', Díaz cuenta la historia de Isaac Ezratty, un agente alemán de origen judío que fue el responsable del espionaje alemán en Barcelona entre 1914 y 1918, una actividad que retomó en la Segunda Guerra Mundial para trabajar a favor del Tercer Reich, a pesar de la condición hebrea de sus antepasados. El escritor inventa su final, porque la pista de Ezratty se pierde en Argentina. Nunca se supo de su paradero.
Después de trabajar mucho tiempo con sus compañeros de la tríada de Carmen Mola, integrada por Agustín Martínez, Antonio Mercero y él mismo, Díaz ha aprendido a no dar por buena la primera idea que surge. «Soy mejor escritor después de Carmen Mola..., y ya era muy bueno... (Ríe). Reconozco que mi forma de matar personajes ha cambiado. Antes lo hacía de cualquier forma. Ahora me gusta buscar el momento adecuado», dice el autor, quien considera que el oficio de escritor se demuestra sabiendo rellenar los huecos de una historia de la que no se disponen todos los cabos. Siguiendo esta máxima, cuando descubrió Mojácar (Almería), se dijo que ese era el lugar idóneo para inventarse la existencia de una base de submarinos alemanes durante la II Guerra Mundial. No en balde, allí hubo un descargadero de mineral en la Guerra Civil. «Me gusta crear contrastes: el judío sofisticado en Barcelona frente a la sencillez de Mojácar, lo urbano frente a lo rural, lo refinado en contraste con lo brutal. Esos conflictos son los que dan fuerza a la trama».
En la novela comparecen personajes reales, como Pilar Millán-Astray, hermana del fundador de la Legión, quien se quedó viuda en la Primera Guerra Mundial y, con tres hijos a cargo, no le quedó otra salida que hacerse espía. Maestra en infiltrarse en los ambientes de la alta sociedad y disfrazarse para poder cultivar la amistad de militares y diplomáticos, llegó a desarrollar una extraordinaria habilidad para robar planos. «Después de la guerra, escribió teatro y su obra 'La tonta del bote' se convirtió en un gran éxito».
«Los malos me caen bien en las novelas, no en la vida real. A veces caigo en el error de hacerlos muy atractivos. Entonces, tengo que conseguir que en el último momento, cuando descubres por qué ha muerto, se entienda que se lo merecía».
Ahora que ha entrado en debate la responsabilidad del escritor a raíz del caso del libro 'El odio', escrito por Luisgé Martín, del que la editorial Anagrama ha renunciado a poner en circulación, Díaz asevera que no ha leído el volumen. «No me interpela. No tengo un criterio razonable sobre el libro. Pienso lo que pueda pensar cualquier persona de la calle: advertir que no se debe censurar, que se debería publicar. No tengo una opinión concreta. Pero yo he escrito una novela que creo que es respetuosa con todo el mundo... no creo que tenga nada que ver».
Cuando ha trabajado para el colectivo Carmen Mola ha tenido que ceder. Como guionista de televisión, se ha visto obligado a lidiar con el enojoso trámite de defender ideas que no son suyas. Ahora, cuando ha estampado su firma en solitario en 'El espía', se veía libre de ataduras, momento ilusorio que duró poco. «Empecé a escribir novelas para decidir yo solo. Pero mira tú por dónde, las novelas me han llevado a volver a pactar con otros».
Los tres escritores tienen como norma evitar opinar sobre sus trabajos en solitario hasta que el manuscrito esté avalado por el editor.
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