No destaca especialmente la literatura francesa por su aportación al género del terror, asegura Maxime Chattam (Herblay, 1976). «No forma parte de nuestra cultura y de nuestra genética intelectual, así que los profesores universitarios franceses hablan muy poco de este género y tenemos que ... fijarnos en Estados Unidos», subraya este escritor, uno de los grandes maestros galos de la novela de terror. Así lo ha hecho en él en 'La señal' (Alfaguara), su nueva novela, la historia de una familia que abandona la ciudad para buscar en el campo una tranquilidad que nunca aparece.
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Deudor de H. P. Lovecraft y Stephen King, dos de sus grandes referentes, Chattam busca el susto con los ingredientes tradicionales del género: personajes con los que el lector empatiza, pero que se ven en situaciones perturbadoras. En este caso se trata de los Spencer, que se mudan desde Nueva York hasta Mahingan Falls, en Nueva Inglaterra, cerca de Salem, el escenario del juicio contra la brujería más popular de la historia. Olivia, presentadora de televisión, y Tom, guionista, ven cómo a su alrededor suceden extraños fenómenos que les harán cuestionarse su propia existencia.
«Estados Unidos es un país joven cuya historias se basa en leyendas recientes, en mitologías indias, en asesinatos de cowboys o en brujas. Y la naturaleza también se puede convertir en un personaje», afirma Chattam.
En 'La señal', de hecho, los bosques juegan un papel clave: «esa naturaleza salvaje y virgen que atraviesa la costa oeste, desde California hasta Alaska, donde el hombre todavía no ha puesto el pie». «Esta historia no habría funcionado en una gran ciudad», señala el autor de 'Los secretos del caos' y 'Otromundo', entre otras obras.
Pero la clave del terror, sostiene Chattam, está en los personajes. «De Stephen King aprendí que el miedo funciona siempre en función de unos personajes creíbles. Eso permite explorar los temores humanos a la oscuridad, a los insectos, la claustrofobia, a que alguien entre en casa por la noche, a los fantasmas... En general, el miedo a lo desconocido», sostiene el escritor, cuyas novelas, pese a su vocación cinematográfica, aún no se han llevado a la gran pantalla o a la televisión. «Quiero conocer a un productor con el que tenga ganas de trabajar. Soy muy exigente y quizá dentro de poco haya alguna sorpresa en este sentido», insinúa misterioso.
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