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Tras el parón, la maquinaria editorial se pone a punto para remontar la temporada más extraña de su historia. Con calendarios y programaciones maltrechas, su esperanzado horizonte es un Sant Jordi canicular (23 de julio) y un frenesí de novedades en otoño. Se podría perder entre el 20% y el 50% de la temporada, en función de cómo evolucione una pandemia que dará frutos narrativos y ensayísticos. Pero hay un moderado optimismo entre los editores. Confían en que el libro salga reforzado de este tiempo detenido, y en la tenacidad de los lectores para «salvar los muebles».
«El libro saldrá reforzado de todo esto. La gente ha recuperado las ganas de leer», dice María Fasce, editora de Alfaguara, Lumen y Reservoir Books, tres sellos literarios. «La fuerza de la ficción sigue más viva que nunca y en el confinamiento se lee sobre todo novela negra, clásicos y libros de grandes autores», apunta. «Las ventas han caído, pero se han buscado libros perdidos como 'La peste' o 'Ensayo sobre la ceguera».
«El lector compra los libros que conoce ya que ahora no puede curiosear novedades en una librería», coincide Joan Tarrida, editor de Galaxia Gutenberg, que cree que el ensayo «es el género que mejor explicará qué ha pasado y qué nos pasará con el coronavirus en todos sus aspectos, político, social, económico y científico». Tarrida publicará 'Pandemocracia', de Daniel Innenarity el 27 de mayo en formato papel y electrónico, pero cree que «la gente también va a demandar evasión, ficciones que le saquen del bucle de su propia historia». Habrá una tercera línea: la autoficción pandémica. «Puede caer una lluvia de diarios de confinamiento, pero habrá autores que quieran contar sus experiencias vitales no tanto como filósofos, sociólogos o politólogos, sino como seres humanos», vaticina Tarrida.
«Además de haber recuperado el hábito de lectura, le dedicamos más tiempo. Quizá la gente está saturada de series y ha vuelto al libro y a lecturas más exigentes». «Habrá una gran recesión y menor poder adquisitivo, pero tengo razones para el optimismo», afirma María Fasce. «Buscamos nuevos modos de llegar a los lectores y será un desafío. Hay ganas de volver y el libro saldrá reforzado, insisto».
Silvia Sesé, editora de Anagrama, detecta también «más ganas de leer». «Se ha vendido en 'ebook,' pero el libro físico también ha ido razonablemente bien en estos días difíciles a través de librerías con servicios de entrega que han tenido muchísima actividad», se felicita. «Es reconfortante la respuesta de esos 'lectores fuertes', un pilar de nuestro sistema de librerías al que aportan fortaleza», ilustra.
«Algunas estadísticas, y mi sensación personal, apoyan la idea de que se ha leído más en el gran encierro. Amigos no muy lectores pedían recomendaciones, las ventas han mostrado bastante resiliencia y las actividades en torno a los libros han tenido gran aceptación», señala Miguel Aguilar, editor de Taurus, Debate y Literaturas Random House. «La necesidad de contar historias y divulgar ideas es consustancial al ser humano, y los libros siguen siendo la mejor herramienta para ambas cosas», agrega. «Para ser editor hay que ser optimista, es un requisito fundamental. Claro que veo luz al final del túnel, aunque los túneles desembocan en un lugar distinto al de partida».
«Como dice Eduardo Mendoza, hablaremos de un mundo d.C. (después del Coronavirus) diferente al de a.C. (antes del Coronavirus)», ironiza Juan Cerezo, editor de Tusquets. En el anormal regreso a la normalidad cree que «las librerías serán nuestro termómetro. En función de cómo como les vaya y de la respuesta del lector, nos irá a nosotros».
Cree, como sus colegas, que «el confinamiento ha despertado el apetito por leer, que se reconoce como un verdadero placer del que necesitan nuevas dosis lectores que añoran las mesas de novedades». Pero admite que habrá que ir con pies de plomo en esta temporada atípica. «Abrumar con una cascada de novedades sería contraproducente e impediría ver lo que hay».
De «bofetón económico sin precedentes» habla Joan Tarrida que ve perdida «al menos» un 30% de la facturación del año en un cálculo «optimista y siempre que el segundo semestre sea normal». «De los 45 títulos anuales es muy probable que nos quedemos en 35. Todos estamos por salvar los muebles y le doy una última 'chance' a la campaña de verano», comenta Juan Cerezo mirando los números. «Tiene que ser un otoño fuerte, pero no ultraconcentrado. La competencia interna entre títulos no sería buena», diagnostica Silvia Sesé, que publica entre 80 y 90 novedades al año. «Hemos caído un 50 % y si perdemos un 20% este año nos damos con un canto en los dientes».
«No parece sensato publicar en siete meses y medio lo que normalmente publicamos en diez. Hemos reducido la programación en esa proporción», explica Miguel Aguilar. Constata una caída de la facturación del 60% en abril y espera que la acumulada a final de 2020 «sea menor».
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