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Es raro que un ensayo se convierta en un libro superventas, pero más aún lo es que aborde el mundo clásico, tenga más de 400 páginas, esté escrito con amenidad y erudición y haya desafiado los peores augurios que vaticinaban que la pandemia estaba reñida ... con la lectura. El sueño de cualquier editorial lo ha hecho factible Irene Vallejo, autora de 'El infinito en un junco', un título que pronto va a ser traducido al ucraniano, después de haber sido vertido a unos cuarenta idiomas.
Siruela, el sello que lo publicó, encontró la fortuna de rebote. Una pequeña editorial de Zaragoza, Contraseña, donde sacaba sus libros Vallejo (Zaragoza, 1979), rechazó entregar a la imprenta el volumen, pero en un gesto de generosidad poco frecuente, dirigió a la escritora hacia al buen camino y le recomendó que hablara con Siruela. 'El infinito en un junco' está a punto de superar la barrera mágica del millón de ejemplares vendidos, la mitad de ellos en España y Latinoamérica.
Irene Vallejo no para de recibir premios, el último de ellos el Antonio de Sancha, que concede la Asociación de Editores de Madrid. El libro no cesa de dar alegrías a la autora: ha tenido críticas espléndidas en 'The New York Times' y la presencia de la escritora es reclamada en cualquier lugar del mundo. «Cualquier día le mandas un whatsapp y te puede contestar desde Toronto, Nueva Zelanda o Johannesburgo», dice su editora, Ofelia Grande.
La génesis de este libro es dolorosa. Mientras lo escribía, el padre de la autora estaba postrado en una cama de hospital, asediado por el cáncer. A ello se unieron los cuidados que requería su hijo enfermo. Pero Vallejo, doctora en Filología Clásica, no se rindió. Venció a la precariedad, la insuficiencia de ingresos y la incertidumbre. «Ganaba lo justo para sobrevivir. Mi familia y las personas que estaban a mi lado me preguntaban cuándo iba a buscar un trabajo de verdad», asegura la escritora sobre esos tiempos de zozobra. Los buenos consejos de los editores de Contraseña hicieron que llamara a la puerta adecuada. Los del pequeño sello no podían hacerse cargo del ensayo, entre otras cosas porque no publican libros de no ficción. Pero su recomendación fue providencial.
OFELIA GRANDE. EDITORA DE SIRUELA
Ofelia Grande, que preparó una edición de entre 2.500 y 3.000 ejemplares, no se percató de que tenía una bomba editorial entre las manos. «Era imposible detectarlo. Ni siquiera en nuestros mejores sueños habríamos imaginado algo parecido», reconoce la editora de Siruela. «Nuestro editor Julio Guerrero me dijo: 'Échale un vistazo, que tiene muy buena pinta'. No habíamos terminado de leerlo, pero en un fin de semana lo contratamos. Sabíamos lo suficiente para saber que era un libro perfecto», afirma Grande, cuyo sello ya ha lanzado 45 ediciones.
Para dicha de la escritora, una ferviente defensora de las humanidades, su libro va por la duodécima edición en Países Bajos y Alemania, donde ha tenido que ser reeditado a toda velocidad tras una primera tirada de 30.000 ejemplares. El libro ha triunfado en algunos países de habla inglesa y verá la luz a mediados de enero en Ucrania de la mano del sello Laboratory, lo que representa todo un símbolo de la resistencia de la lectura frente a la guerra.
«El éxito se produce cuando los gurús de la cultura ya estaban expidiendo el certificado de defunción del libro tradicional, en papel. 'El infinito en un junco' nace de una rebeldía optimista, pues yo quería contar la historia del libro como gran superviviente, gracias a un clan que es la tribu lectora, pero también a las personas que trabajan en las bibliotecas, las editoriales y la educación», asevera la autora.
Este libro sobre libros ha traspasado asombrosamente las fronteras. Por de pronto, la escritora se apresta a viajar a EE UU, Canadá, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda, aprovechando la reciente traducción al inglés de su libro, toda una proeza porque en el mercado anglosajón se traduce muy poco a autores extranjeros.
Irene Vallejo sigue tan absorbida por la promoción del libro y los viajes que no ha tenido tiempo de acometer un nuevo proyecto. No ha caído en la trampa de publicar un libro cada año, aunque sigue fiel a la cita semanal con los lectores de prensa. Lo que sí tiene claro es que quiere continuar con el género del ensayo y seguir explorando las herramientas que ofrece la ficción, combinar la erudición y los datos con los ingredientes que hacen que la lectura sea una aventura apasionante. «Me hizo mucha ilusión que Petros Márkaris me dijera que había leído 'El infinito en un junco' en una traducción al griego y había tenido la misma sensación que se experimenta cuando alguien está embebido en la lectura de una novela negra». Para Luis Landero, Vallejo en realidad ha inventado un género: el ensayo de aventuras.
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