Carmen Romero
Carmen Romero
Habitualmente, esta conversación comienza con una pregunta distendida sobre el vermú del domingo, pero la entrevistadora no encuentra la manera de hacérsela a Carmen Romero tras leer 'Esto no está pasando' (Planeta), el libro donde narra cómo una tarde de 2016 su hermano Miguel, de ... 26 años, se suicidó saltando por la ventana. En una introspección dolorosísima, Romero rememora aquel episodio y aborda temas como el duelo, la pérdida, la culpa o el suicidio. Pero la cómica, que ha hecho del sarcasmo y la ironía sus señas de identidad, consigue salpicar la historia con humor, el arma que le permitió salir adelante.
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-Recordar lo sucedido habrá sido volver al infierno.
-La verdad es que sí. En un principio no me lo planteé; imaginé que iba a ser duro, pero no hasta las dimensiones que ha sido. Además, lo malo es que escribir un libro lleva tiempo, por lo que también ha sido un sufrimiento prolongado.
-¿Qué le ha llevado a escribirlo?
-Por una parte, la necesidad de contar lo que le pasó a Miguel para decir que se han hecho cosas mal y que ojalá se cambien para que no vuelvan a pasarle a nadie y para tener muchísimo más cuidado con la gente en las condiciones de Miguel. Por otra parte, para hablar del duelo y del suicidio abiertamente, que no se habla lo suficiente, sobre todo del suicidio, y también para lanzar un mensaje de esperanza: he hecho este libro con toques de humor para quitarle peso a la historia y que pueda leerse mejor, pero también para decir «oye, estoy aquí, han pasado 8 años y aquí sigo y se puede».
-¿Lo han leído ya su madre y su hermana?
-Están leyéndolo poco a poco. Las dos me han apoyado un montón desde el principio y me han dado vía libre para contar lo que yo quisiera. Tenían muchísimas ganas de leerlo, lo que pasa es que, una vez que se han encontrado con el libro, tienen que ir poco a poco porque no les resulta fácil.
-Su madre es el pilar de la familia.
-Totalmente. Fue la que me sacó del hoyo, y si no hubiese estado ella yo no sé lo que habría pasado. Lo reflexiono en el libro: si yo estoy así porque se ha muerto mi hermano, cómo tiene que estar ella, que se le ha muerto su hijo. Aun así, su motor hemos sido mi hermana y yo, que nos hemos quedado. Ella siempre ha dicho «tengo dos hijas más aquí que me necesitan y tengo que seguir y estar con ellas». Nos hemos apoyado mucho las tres y hemos sido muy importantes las unas para las otras, pero mi madre ha tirado de mí en momentos en los que yo decía no puedo, me rindo.
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-Su hermano, que sufrió varios brotes psicóticos, murió sin un diagnóstico claro y con un alta hospitalaria. Ver el trato que recibió por parte de la sanidad y del seguro es sangrante.
-Es una cosa que nos sigue indignando muchísimo a día de hoy. Es que el seguro porque era el seguro, pero la sanidad pública a la que fuimos la primera vez también, una locura detrás de otra. Es algo que jamás entenderé, que no pudiéramos hacer nada para que estuviera bien atendido y para que, al menos, tuviera la oportunidad de recuperarse o de ver qué le había pasado, de tener un diagnóstico que no teníamos.
-¿Un episodio tan duro cambia la escala de valores?
-Sí, pero durante muchísimo tiempo me la cambió para mal porque me pasé al otro extremo, a un extremo en el que no me importaba absolutamente nada. Pero, con el tiempo, he intentado quedarme con eso, y cuando estoy agobiada o tengo problemas, me acuerdo de cómo estaba, de lo que pensaba, de que no merece la pena perder la salud o vivir mal absolutamente por nada porque todo es tan volátil y tan temporal que, al final, nos vamos a morir y ya está.
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-El humor fue su vía de escape, inconscientemente usted hacía chistes sobre la situación desde el primer momento.
-Inconsciente 100%, porque en ese momento yo no podía pensar absolutamente nada. Fue un mecanismo que hizo mi cabeza, no sé si como defensa ante la situación, como para decir «esto no está pasando» o como vía de escape ante la presión de la situación y de todo lo que se vino encima, como algo que me sirviera, no digo de consuelo, pero algo parecido. Ha sido mi modo de ver la vida y de reaccionar frente a ella desde siempre, y ahí se potenció al máximo.
-¿Se puede hacer humor hasta sobre las cosas más terribles? ¿No hay límites?
-Sobre mi experiencia, sobre mi vida y sobre mí no tengo absolutamente ningún límite. Soy partidaria de que cada persona tenga los suyos en hacer humor o en recibir el humor que quiera, pero yo no voy a poner jamás límites al mío porque es terapéutico y me viene bien. Pero, claro, es mi tragedia personal; cada uno con lo suyo que haga lo que quiera y que llegue hasta donde quiera, pero invito a probarlo: hay gente que dice que es incapaz, y lo entiendo perfectamente, pero a muchísima otra gente sé que le ayuda porque el humor es una respuesta muy humana y le sirve de desahogo.
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-¿Tiene alguna ventaja llamarse como la exmujer de Felipe González?
-Jajaja. Cuando me ven en persona no, pero me han confundido mucho con ella, sí.
-Lo mismo le sirve para conseguir reserva en algún restaurante.
-Ah, mira, no se me había ocurrido. Pues lo voy a probar, ¿eh?
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