John Irving acaba de entregar a la imprenta 'El último telesilla'. Iván Giménez

«El fascismo está de vuelta»

El escritor John Irving repasa 80 años de historia norteamericana en su novela 'El último telesilla', una prueba de fuerza de mil páginas

Jueves, 5 de octubre 2023, 00:35

Cumplidos los 81 años, John Irving avisa que está lejos de retirarse. La monumental novela que acaba de publicar, 'El último telesilla' (Tusquets), es un auténtico 'tour de force', una obra de mil páginas en las que el escritor rinde homenaje a los que han ... sido sus maestros, Herman Melville y Charles Dickens, maestros que le deslumbraron de joven y que le han alejado de cualquier veleidad vanguardista.

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Desde su estudio de Toronto (Canadá), en el que vive desde hace casi una década, Irving habla con la prensa española por videoconferencia. El prosista nacido en New Hampshire (EE UU) frunce el ceño cuando habla de su país natal. «No soy politólogo ni profeta, pero parece que el fascismo está de vuelta en el escenario. Se supone que debemos aprender del pasado, no repetirlo. Estados Unidos nunca ha sido un país del todo unido, pero la polarización actual es más extrema que nunca. Mucho más que durante los años de la guerra de Vietnam», sentencia.

Sin alterarse, con voz clara y rotunda, anuncia que da por terminado el ciclo de grandes novelas -al estilo de 'El mundo según Garp' y 'Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra'- lo cual no significa que abdique de su oficio. «Ya tengo escritos 14 capítulos de la que será mi nueva novela». «La alternativa a morirse es ser viejo, y yo me siento muy afortunado de serlo», asegura. Le quedan tres o cuatro novelas por publicar, un empeño en el que invertirá todas sus fuerzas, razón por la cual ha prescindido de su labor como guionista de cine y televisión.

'El último telesilla' es un fresco narrativo sobre la historia reciente de EE UU que abarca desde los años cuarenta hasta la segunda década del siglo XXI, pasando por la Guerra Fría, Vietnam, la era Reagan, la irrupción del sida y la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Al magnate, que ahora está asediado por la justicia, le dedica palabras no muy amables. «Es fácil señalar con el dedo a un mentiroso tan terrible, fraudulento e histriónico como Trump, no se le puede dar tanto crédito. Las personas que lo apoyan existían desde mucho antes, siempre han estado ahí esperando a un demagogo xenófobo e imbécil como Trump. Ahora tienen un portavoz que los representa».

¿Novela política?

La crítica literaria ha enjuiciado su última ficción como la más política y reivindicativa de su carrea, pero su autor niega la mayor y la define como «didáctica». «No es polémica como pudo serlo 'Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra'. 'El último telesilla' es una novela contada desde el punto de vista de un personaje heterosexual en una familia homosexual».

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Tampoco es su título más difícil. Ha invertido «solo» seis años en escribirlo porque no ha tenido que viajar ni experimentar nuevos métodos narrativos, se ha limitado a contar partiendo de su propia experiencia. El hecho de que haya cuajado una ficción tan larga lo atribuye a que está contada en primera persona, lo que exige explicaciones un tanto más prolijas.

«La alternativa a morirse es ser viejo, y yo me siento muy afortunado de serlo», dice el escritor, de 81 años

Este escritor apasionadamente antiguo en las formas está muy al tanto de las inquietudes actuales: se anticipó décadas a reivindicaciones sobre los derechos de la mujer y la comunidad LGTBI. El atribuye estas preocupaciones a que dos de sus hermanos eran homosexuales y una de sus hijas es trans. ¿Visionario? «Se me da muy mal predecir el futuro, por eso escribo sobre el pasado», alega Irving, quien considera que su país está inmerso en una ola involucionista que le ha hecho retroceder años en materia libertades sexuales. En su cabeza aún resuena un comentario que escuchó de pequeño: «Si los derechos de las mujeres se tratan como si fueran una minoría, ¿cómo tratarán a la gente LGTBIQ+? Eso siempre me ha importado. el atraso de mi país me hace parecer más avanzado e inteligente de lo que soy».

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Irving es taxativo al explicar una de las escenas más turbadoras del libro, esa en la que una madre besa a su hijo como lo haría con un amante. Hay voces que observan en ese trance reminiscencias de los abusos sexuales que sufrió el escritor a los once años, abusos que fueron perpetrados por una mujer. «No entiendo la gravedad que se le da a esta historia. A veces las cosas son mal interpretadas. En aquel momento no me sentí abusado ni asediado, solo fui consciente cuando tuve hijos y llegaron a la edad que yo tenía cuando eso me ocurrió. Pensé que si eso le llega a pasar a mis hijos me habría preocupado y enfurecido mucho. Pero yo le tenía mucho cariño a esta mujer y la habría defendido si la hubieran acusado de abuso». Eso sí, la escena del beso no es baladí. «Quería que el lector se sintiera incómodo, tanto como yo me sentí describiéndola».

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