Davide Longo
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Davide Longo
Davide Longo, escritor de éxito en Italia por la saga 'Los crímenes del Piamonte', tiene una visión un tanto oscura del ser humano. Piensa que en determinadas circunstancias la naturaleza primitiva del hombre puede explotar y romper todas las normas de convivencia para convertir a ... cualquier persona en un auténtico criminal. «Es lo que ha sucedido en Israel y en Occidente. Bajo la capa de glamur, emergen los instintos más brutales». Longo acaba de publicar en España 'Las bestias jóvenes' (Destino), una novela negra que comienza cuando se produce el hallazgo en una fosa común de los huesos de unos jóvenes asesinados de un golpe en la nuca.
–Revisa la historia reciente de la Italia de los años 70. ¿Qué se va a encontrar el lector?
–Fueron años complejos. Tras experimentar el 'boom' económico de los 60, que se caracterizó por un aparente bienestar, llegaron los 70, años llenos de violencia, no solo la causada por las Brigadas Rojas, sino también por la derecha. Hubo intentonas golpistas en las que la influencia estadounidense jugó un papel importante a la hora de azuzar las intrigas políticas. Persisten sobre aquel tiempo muchas zonas oscuras, muchas dudas e incógnitas que no han sido lo suficientemente exploradas.
–¿Ha sabido digerir Italia su pasado fascista?
–La historia ha establecido con claridad lo que sucedió en Italia en el periodo fascista y luego en la guerra. Sin embargo, el pueblo italiano todavía tiene dificultad para aceptar los hechos, vive en una realidad emocional no basada en hechos objetivos y comprobables. Por eso el fascismo en Italia no ha sido completamente extirpado, es casi un componente antropológico, y no me refiero solo a la nostalgia por Mussolini, sino a una tendencia a simplificar los problemas, que es algo consustancial a ese movimiento político.
–Le presentan como un renovador de la novela negra italiana, un escritor que trabaja en clave cinematográfica. ¿Está de acuerdo con esta etiqueta?
–La literatura, y no solo la novela negra, se encuentra influida por el cine desde hace ya cien años. No es una novedad. Ahora bien, si tuviera que remitirme a los nuevos aspectos que aporta mi estilo de escritura diría que es más lírico, recurro a la ironía y al sentido del humor. Concibo una serie literaria con unos personajes que se van alternando de un libro a otro.
–En 'Las bestias jóvenes' la montaña es casi un protagonista más de la novela.
–Piamonte es la zona de la que soy originario y como su nombre indica es la región que se encuentra al pie de la montaña. Para todas las personas que vivimos en esa región, la montaña siempre forma parte del horizonte. Las montañas actúan como una protección, pero también como una frontera y una prisión.
–¿Por qué cree que en la novela negra aún hay tanto detectives desesperados, solitarios y que actúan regidos por su propio código moral?
–Se trata de características psicológicas que están presentes en todos nosotros, rasgos que se magnifican en los profesionales que trabajan con la violencia y el sufrimiento diario. Ocurre lo mismo con la sensibilidad a la luz solar: quienes están expuestos a ella presentan una piel más quemada y oscura.
–La trama de su novela se inicia con el hallazgo de una docena de cadáveres en las afueras de Turín. ¿Parte de un hecho real?
–No. En Italia, como tal vez ocurrió en España, ha habido momentos oscuros en su historia, periodos en los que las personas o ciertos grupos políticos se han tomado la justicia por su mano actuando fuera de la legalidad. Basta con excavar un poco y algo del pasado no resuelto vuelve a la luz, como si asomara una parte de nuestra historia que ha permanecido bajo tierra. La tentación es siempre la de cubrirlo todo de nuevo para pasar página.
–Su prosa es sobria, cortante. ¿Da prioridad sobre todo a la eficacia narrativa?
–Sí, procuro evitar cualquier tipo de recurso retórico, de sentimentalismo, y trato de ceñirme a los hechos. Por lo general, los habitantes de Piamonte se caracterizan por evitar la hipérbole, la exageración.
–Frente a la novela policíaca clásica, Dashiell Hammett convirtió este artefacto en un testimonio social. ¿En esa tendencia se inscribe usted?
–Agatha Christie representaba un mundo ideal en el que la razón se imponía al mal y al desorden. En cierta medida es una herencia del iluminismo, coherente con la búsqueda de dar respuestas simples a temas muy complejos. Pero la novela negra, desde hace ya muchos años, lo que pretende también es combinar el bien y el mal, la culpa con la justicia. Incluso las personas que se encargan de las investigaciones se encuentran a menudo contaminadas por el mal, algo que ocurre en mis libros.
–¿En ese afán por encontrar soluciones fáciles a problemas complejos se hallan populistas como Trump o Giorgia Meloni?
–Sí, es como si la gente añorara la época en que la ley era capaz de detener el mal, aunque realidad ese tiempo dorado nunca existió. Los populismos apelan a una especie de Atlántida, a un mundo magnífico. Pero ni siquiera las dictaduras son capaces de dar respuestas simples a conflictos complejos. Cuando llegan al poder no solucionan esos grandes asuntos.
–Es lo que le ha pasado a Giorgia Meloni con la inmigración.
–Exacto.
–¿Tiene una visión pesimista del ser humano?
–Dentro de todos hay una violencia ciega que en determinadas condiciones es capaz de hacer de nosotros auténticos criminales.
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