«Algunas farmacéuticas han reemplazado el beneficio legítimo por la codicia desalmada»

-¿Cómo es posible que Estados Unidos haya sufrido una crisis sanitaria tan grave?

-Neal Shusterman: Todo se reduce a un sistema que ha fallado a las personas a las que se suponía que debía servir. La gente con dolor se vuelve adicta a sus analgésicos, entonces las compañías de seguros dejan de pagarlos y se acaban pasando a la heroína, porque es lo único que pueden conseguir para matar el dolor y satisfacer la adicción.

Jarrod Shusterman: Cuando existe un sistema que monetiza la salud, las personas se convierten en productos y luego en víctimas. El objetivo de esta novela es señalar el problema.

-¿Qué grado de responsabilidad tienen las grandes farmacéuticas? ¿Y los médicos?

-N. S. : Los médicos quieren aliviar el dolor de sus pacientes, que confían en que los medicamentos que les recetan les van a ayudar. Sí, hay algunos médicos sin escrúpulos que abusan del sistema y recetan de forma irresponsable, pero no son la mayoría. En cuanto a las grandes farmacéuticas, por su propia naturaleza, buscan el beneficio. Pero el interés legítimo ha sido reemplazado por la codicia desalmada. Por eso tiene que haber transparencia y regulación para estas compañías. De lo contrario, nos encontramos con laboratorios como Purdue Pharma, que sobornaba a los médicos para que recetaran sus medicamentos a sabiendas de que eran muy adictivos. Sin embargo, también es importante recordar que las grandes farmacéuticas han conseguido la vacuna de la covid en menos de un año. Son como los dragones de Juego de Tronos. Pueden servir a la causa del bien, pero cuando están domesticados.

-Tras los opiáceos, el gran problema actual es el fentanilo. ¿Cómo deben afrontarlo los gobiernos y la sociedad?

-N. S. : El fentanilo es una pesadilla. Comprarlo en la calle es como ponerte un revólver en la cabeza, nunca sabes si el arma va a estar cargada.

J. S. : Como el fentanilo es 50 veces mas fuerte que la heroína y cien veces más fuerte que la morfina, es muy fácil sufrir una sobredosis. Si hacemos una secuela de este libro, ya sabemos quién será el protagonista principal.

-Aunque la crisis de los opiáceos comenzó en los años 2000, da la sensación de que, hasta hace muy poco tiempo, ha habido una especie de silencio que no ha permitido conocer la realidad.

-N. S. : No ha sido silencio, sino más bien, que la atencion de la sociedad estaba en otra parte. La drogadicción es un problema de hace miles de años, solo que cambia la sustancia. Los opiáceos, como todos los medicamentos, tenían, y siguen teniendo, un propósito: ayudar a las personas con dolor extremo. Se abusaba de ellos, pero no más que de cualquier otra droga, hasta que aparecieron en el mercado fármacos de liberación lenta, como el Oxycontin, que hacían mucho más fácil convertirse en adicto. Ello, unido a agresivas campañas de márketing, convirtió una situación preocupante en una crisis.

J. S. : A la gente le cuesta creer que le puede ocurrir a ellos. Sin embargo, se trata de una droga que hace que las personas sanas se vuelvan adictas. Quizá hablamos menos de ellas porque la receta un médico.

-¿Son conscientes los jóvenes americanos de los problemas que causan los opiáceos o el fentanilo?

-N. S. No lo suficiente. Por eso hemos escrito esta novela.