No es fácil adentrarse en el cerebro de José Ramón Guinarte (Pontevedra, 1970), quizá porque atesora las claves para hacer saltar los engranajes del tuyo como un ladrón bien adiestrado abre cajas fuertes. Él mismo confiesa que tiene una doble vida: por la mañana trabaja ... para la Administración mientras que a la tarde desbroza el proceloso mundo de las competencias ajenas, desde mejorar el rendimiento de un alumno que estudia unas oposiciones hasta el de un empresario que trata de adelantarse a los deseos de su cliente. Escuchándole hablar, uno no tarda en comprender que sería capaz de venderle un kilo de arena a un beduino. Acaba de publicar 'Sápidus: Manual de instrucciones de tu cerebro' (B de Bolk). Este órgano, sostiene, «es como una biocomputadora, con unas capacidades y unos límites que nadie ha sido capaz de establecer». Por más vueltas que le doy...
Lunes
6.30 horas. Soy de madrugar. Mi jornada empieza con media hora de ejercicio, ya sea un paseo por la orilla del mar o la bici elíptica en casa. Es lo que tiene Pontevedra, y más en invierno, que uno no sale cuando quiere, sino cuando puede. Pero siempre, siempre, aprovecho para escuchar alguna conferencia relacionada con mi labor. Ahora estoy con Marisa Peer, una terapeuta de prestigio, algunos de cuyos cursos estoy realizando.
7.10 horas. De vuelta a casa, una ducha y el desayuno. Un vaso de agua en ayunas, una tostada con aceite, un café con leche... Me visto a la carrera y voy al trabajo. Bueno, a uno de ellos, porque mi vida está dividida en dos: por la mañana trabajo en la Administración como director gerente de O Salnés, una mancomunidad de municipios en el sur de Galicia donde están Vilagarcía, Cambados... Hacemos proyectos o prestamos servicios que afectan a varios ayuntamientos, desde una escuela comarcal de hostelería, hasta servicios sociales, planes turísticos o inserción laboral. Durante un año formas a un centenar de desempleados y luego les buscas un trabajo. Así mejora la eficiencia y los costes son menores.
Martes
14.35 horas. Tengo dos hijos. Alejandro, el pequeño, viene a buscarme a la oficina cuando sale del instituto y vamos juntos a casa. Mi mujer, Sandra, que tiene peluquerías, nos espera hoy para comer. Mi fuerte es la tortilla de patatas, para lo demás me confío absolutamente a ella. Una siesta de 10-15 minutos en el sofá y vuelta a la carga. Este año pasado el plan se ceñía a escribir el libro que ha salido ahora, lo que suponía transformar un método de alto rendimiento que he desarrollado a lo largo de 30 años, sintetizarlo y dar con un personaje que hiciera las veces de profesor. Está dirigido lo mismo a un niño de 11 años que a un anciano de 90. Resumiendo, menos del 5% de la actividad cerebral es consciente, pero es en el resto donde radica nuestro potencial, la mayor virtud que tiene el ser humano y a la vez su mayor fuente de problemas.
17.55 horas. Felicidad y depresión están separados por una delgada línea y nuestro equilibrio es más precario de lo que parece. Porque somos lo que pensamos. Cuando estudiaba en la universidad, un autor, Tony Buzan, me cambió la vida, hasta el punto de que acabé estudiando menos horas en mi último año de carrera que en primero de Bachillerato. La clave, comprender cómo funciona la memoria. Olvidamos más cosas las primeras 24 horas que los siguientes 30 días, y si no intervienes en ese primer momento entras en un bucle. Si no adquieres el hábito de repasar dos veces en el primer día, pierdes el 50% de la información; y si no lo haces en los dos siguientes, retienes sólo el 15%. Eso es lo primero que habría que explicar a un alumno, porque ¿cómo mandarle estudiar sin explicarle cómo va a olvidar? Lo condenas a la tortura.
Miércoles
16.30 horas. En el Instituto de Neurociencia tenemos dos líneas de actuación: una es el alto rendimiento académico, orientado a adolescentes y opositores; y otra, dirigido a empresarios, para que sepan cómo funciona su cerebro y el de su cliente, cómo toma las decisiones y en basé a qué factores. Saber qué le pasa por la cabeza marca la diferencia a la hora de vender algo.
19.30 horas. Los límites existen, aunque lo que nos impide ser felices son creaciones de la mente. El componente emocional depende de dónde almacenamos los datos. Imagine una noria: no es lo mismo ir montado en ella que verla desde el suelo. Si escoges conservar los recuerdos negativos en primera persona, y los positivos como si los vieras en una pantalla, tendrás tendencia a la depresión.
Jueves
15.30 horas. Tomo un avión para Valencia, donde me esperan varias entrevistas. Tenía vacaciones pendientes y he pedido cuatro días. La pandemia ha cambiado muchas cosas, al ser humano le ha llegado de golpe la convicción de que es muy frágil, que tiene fecha de caducidad. Ha disparado también el síndrome del trabajador quemado, que es consecuencia de no sentirse realizado, pero cualquier persona es recuperable si encuentra la fórmula para disfrutar de lo que hace, porque ¿cuál es nuestro objetivo en la vida? Ser felices y contribuir a que el mundo sea un poco mejor del que te encontraste.
22.30 horas. El miedo tiene su origen en nuestro instinto de supervivencia, lo que pretende es protegernos analizando si los estímulos que recibimos son peligrosos o no. ¿Cómo neutralizarlo? Suponga que está viendo un film de terror. Si me salto el desarrollo y veo el final, desaparece la ansiedad y con ella el miedo. La película sigue siendo la misma, sólo ha cambiado el orden. Ocurre lo mismo en la vida. Si teme hablar en público y adiestra el cerebro para imaginar que el acto ha acabado y que la gente le aplaude, habrá conseguido el mismo efecto. Si engañamos al cerebro y eliminamos la incertidumbre, habremos controlado el miedo.
22.31 horas. Las fobias son más complejas, están fuera de control y se producen cuando lo que te impacta tiene una intensidad emocional tan alta que no puedes aproximarte a ella para reprogramarla. Yo la defino como el aprendizaje perfecto: no necesita de repeticiones para quedar prendida en tu memoria, no falla nunca y te va a condicionar el resto de tu vida.
Viernes
12.40 horas. El 90% de los alumnos desarrollan sensaciones negativas hacia el estudio, y esto va más allá de los sueldos de 1.000 euros, la falta de expectativas o el cambio climático. Y es un problema, porque el ser humano es curioso por naturaleza y nuestra juventud está programando su cerebro para huir del aprendizaje, para acabar sus estudios y no volver a coger un libro. Y eso o lo neutralizas o te acabará lastrando toda la vida.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.