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Alfaguara, la editorial que posee los derechos de Roald Dahl en español y publica sus libros en todo el territorio de habla hispana, no hará cambios en las obras del autor infantil. «Tras conversaciones con la Roald Dahl Story Company, Alfaguara Infantil y Juvenil mantendrá ... sus ediciones con los textos clásicos del autor sin modificar sus publicaciones en castellano», explican fuentes de la editorial. De esta manera, Alfaguara zanja en España el temor a una reescritura de los libros del legendario escritor después de que el sello británico que publica a Dahl y el organismo que gestiona su legado hayan cambiado los textos en inglés para incluir un lenguaje más inclusivo. Gallimard, la editorial francesa de Dahl, se unió a Alfaguara e indicó ayer que tampoco realizará ajustes en los libros.
El periódico 'The Daily Telegraph' ha desvelado algunas de las decenas de cambios realizados en las versiones de los libros de Dahl de 2022, publicadas por la editorial Puffin y avaladas por los legatarios del escritor, 'The Roald Dahl Story Company', frente a las publicaciones de 2001. Por ejemplo, el niño Augustus Gloop, de 'Charlie y la fábrica de chocolate', ya no es «enormemente gordo», sino solo «enorme». Mientras, Matilda lee ahora a Jane Austen, y no a Rudyard Kipling, y además, en los libros de la niña se han eliminado varias referencias a la palabra 'negro', incluso cuando se describía el color de la capa de un gigante. Los hombres de las nubes en 'James y el melocotón gigante' ya no son hombres, sino un genérico 'gente'; las referencias a 'las mecanógrafas' son sustituidas por 'las mujeres que trabajan como científicas de alto nivel' y los japoneses ya no son mucho más bajitos que los noruegos.
La reescritura de los libros de Dahl ha generado una oleada global de indignación. El escritor Salman Rushdie, perseguido por Irán a causa de su obra, y que sufrió el pasado 12 de agosto un ataque que le hizo perder la visión de un ojo, escribió en Twitter que «Roald Dahl no era un ángel, pero esto es una censura absurda». «Puffin Books y los gestores del patrimonio de Dahl deberían avergonzarse», sostiene Rushdie. El primer ministro británico, Rishi Sunak, también entró en el debate y se posicionó en contra de los cambios. «Es importante que las obras literarias y de ficción se conserven y no sean reescritas», afirmó.
Puffin, que ha preferido mantenerse en silencio en este conflicto, ha realizado innumerables 'correcciones', tratando de evitar palabras que pudieran herir ciertas sensibilidades y eliminando supuestos estereotipos de género. Sí se ha pronunciado 'The Roald Dahl Story Company', que gestiona los suculentos derechos de autor y las marcas registradas de Dahl, y que fue adquirida por Netflix en 2021 por más de 500 millones de euros. La compañía dijo a Reuters que no es inusual revisar el lenguaje de los libros al reimprimirlos y definió los cambios como «pequeños y cuidadosos». «Nuestro criterio ha sido en todo momento mantener los argumentos, los personajes, la irreverencia y el espíritu mordaz del texto original», declaró un portavoz.
El escritor Xesús Fraga, premio Nacional de Narrativa 2021 por la obra 'Virtudes (e misterios)' y traductor de Dahl al español y al gallego, se muestra contrario a los cambios porque considera que «debe prevalecer la versión del escritor». «Los libros de Roald Dahl tienen la enorme virtud de retar las ideas establecidas sin que eso haga a sus lectores peores personas. Enmendar sus palabras 40 años después de su muerte, sin la posibilidad de que él participe en el debate, es un error», subraya.
«He conocido a muchas personas con sobrepeso y las he tratado con cariño y respeto, y eso también ha sido porque el libro me ha preparado para ello», explica Fraga al hablar de 'Charlie y la fábrica de chocolate', que considera como una referencia de su infancia. «Los libros deben reflejar la vida con toda su amplitud y hay que saber distinguir entre una obra y la realidad. En la literatura española tenemos a Don Quijote, un claro ejemplo de que confundir la vida y los libros no conduce a nada bueno», subraya. El cuento de Dahl que tradujo Fraga se titula 'El librero', y retrata a unos personajes «deleznables». «Pero es que la literatura no puede tratar solo sobre ángeles y personas perfectas», resume Fraga.
Los libros de Dahl, que falleció en 1990, atrapan a los pequeños lectores por los retratos transgresores que hace de los niños. 'Charlie...', 'Matilda', 'Las brujas', 'Superzorro', 'James y el melocotón gigante' o 'El gran gigante bonachón' son algunas de sus creaciones más conocidas. Pero además de una escritura que supo conectar con el alma infantil, el creador también tuvo un lado oscuro en su vida real. Tras su muerte fue acusado de racista, misógino y antisemita, lo que en 2020 obligó a su familia a disculparse.
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