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El escritor guipuzcoano Bernardo Atxaga EFE
Bernardo Atxaga: «Los políticos de hoy son como 'hooligans'»

Bernardo Atxaga: «Los políticos de hoy son como 'hooligans'»

Con 'Casas y tumbas' cierra el círculo narrativo que abrió con 'Obabakoak' hace casi cuatro décadas y celebra su «renacer literario» alejado de la novela

Jueves, 6 de febrero 2020, 18:32

«Los políticos de hoy son como los 'hooligans' al fútbol, en especial los de la derecha». Lo dice sin asomo de crispación Bernardo Atxaga, seudónimo literario de Joseba Irazu Garmendia (Asteasu, 1951), que presenta la que asegura será su «última novela». 'Casas y tumbas' (Alfaguara) llega al lector poco después de que el escritor guipuzcoano recibiera el Premio Nacional de las Letras, segundo en el escalafón de los reconocimientos literarios institucionales tras el Cervantes. Cierra con ella el virtuoso círculo narrativo abierto hace cuatro décadas y que va de Obaba, el imaginario territorio de sus primeros cuentos, a Ugarte, otro enclave ficticio en el que discurre esta fábula en torno a la esencia de la vida.

La casa y la tumba son los espacios determinantes de toda existencia, de ahí que Atxaga admita que su libro «también se podría titular 'Vida y muerte'». «Trata de lo esencial, que es de lo que trata toda la literatura de, de lo que ocurre entre que nacemos y morimos», dice. «Hay más humor cuando hablo de la muerte que de la vida», advierte Atxaga sobre una caleidoscópica ficción «que encierra muchos relatos y juegos narrativos» y que armó con «estructura en espiral». Lo hace «con algún capítulo concebido como una novela de Agatha Christie, y otros como una novela del Oeste».

Satisfecho de su largo y feliz viaje literario de Obaba a Ugarte, «estaciones de salida y llegada parecidas», el escritor vasco quiere explorar ahora otros territorios

Tan parsimonioso en su escritura como en su habla, explica que hay páginas «que me costaron más de 10 días» para culminar un libro que recorre nuestra historia reciente, entre Madrid, Euskadi y el sur de Francia, de 1973 a 2016. Su simiente se plantó hace ya mucho, cuando el escritor cumplía su servicio militar en un cuartel de El Pardo, cerca de Madrid y al lado de la residencia oficial del generalísimo y dictador Francisco Franco. «Estuve a punto de titularla 'El solado que llamó cabrón a Franco' o 'El fusilamiento de una urraca'», dice risueño al evocar una de sus historias en la que tres reclutas tratan de enseñar a un córvido a decir «Franco cabrón».

Asegura Atxaga, también poeta, que ha buscado de nuevo el sutil tono poético que trufa todas su obras. «La poesía debe estar como el nutriente en la fruta, de modo que se perciba, pero no se vea», reivindica. Una poesía «que no ha de lastrar nunca el texto» y «que puede tener mil caras, incluida la poética pop que subyace en algún capítulo».

Renacer

Reitera que 'Casas y tumbas' es su última novela, pero que eso «no supone, ni mucho menos, que vaya a dejar de escribir». «Ahora tengo el derecho a saludar otras formas literarias, a escribir con otra alegría y a explorar otros territorios», dice este «optimista incorregible» que, a los 68 años protagoniza «un renacer literario».

Así las cosas, no descarta escribir un relato sobre los sucesos de Alsasua en 2016, la agresión a dos guardias civiles y sus parejas en un bar de la localidad navarra y por la que se condenó ocho jóvenes. «Quiero contarlo como si fuera una novela del Oeste que empieza con una pelea en un salón», precisa. Cree que las dos formas de hacerlo: «como Truman Capote en 'A sangre fría', con un reportaje ultra detallado para el que no tengo energía, o al estilo alegórico de Kafka, que lo haría estupendamente». No le arredra la acogida que pudiera tener. «La gente normal y seria recibe los mensajes perfectamente, y los ofendidos profesionales hacen su papel; son como actores de teatro que alguien contratar para armar bulla», apunta.

Poco dado a salirse de sus universos literarios, al mirar la realidad lamente Atxaga los derroteros de los políticos actuales. «La política se parece cada vez más al fútbol. Los políticos son lo que los 'hooligans' al fútbol, en especial los de la derecha», asegura. Critica también su abuso de gestos «histriónicos», pensados y planificados «para el primer plano televisivo». Unos gestos «que son pura bulla y no tienen nada que ver con la política seria», lamenta.

Con estaciones de salida y llegada «bastante parecidas», el balance de su largo y feliz viaje literario es «más que satisfactorio» para Atxaga. «He publicado todo lo que tenía en mente, que no es fácil, y supone atrapar a esas nubes difusas que recorren tu imaginario, que muchas veces no identificas bien, para que acaben tomando forma».

Vive, escribe, habla y sueña a caballo entre sus dos lenguas, el euskera y el castellano. Transita por una y otra y de una a la otra con absoluta naturalidad. «Son dos extensiones del mismo universo», dice. «Hablar, escribir y pensar son lo mismo para mi». Asegura, no obstante, que «hay diferentes paisajes en euskera y en castellano». Con sus hijas y sus paisanos habla vasco, con su librero de Bilbao, euskoparlante, habla en castellano. Con la misma naturalidad vive su múltiple identidad nominativa: para su familia y en casa es José. En su pueblo es Josetxu, para otros amigos es Joseba, y para el mundo de literatura es Bernardo Atxaga. Creador hondo y original, miembro de Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia, sus libros están traducidos a más de treinta lenguas. Con 'Obabakoak' (1988) consiguió el Premio Nacional de Narrativa y Montxo Armendáriz llevo al cine este mundo fantástico en 2005. Siguieron luego novelas como 'El hombre solo' (1994), Premio Nacional de la Crítica de narrativa en euskera, 'Esos cielos' (1996), 'El hijo del acordeonista' (2003), Premio de la Crítica, Premio Grinzane de Cavour, y adaptada al teatro por Fernando Bernués, 'Siete casas en Francia' (2009) y 'Días de Nevada' (2014).

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