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El escritor londinense Ray Celestin acaba de culminar un proyecto enorme: contar la historia de las décadas centrales del siglo XX en Estados Unidos, y de cuatro de sus ciudades principales, a través de la novela negra. 'Jazz para el asesino del Hacha' (Nueva Orleans), ' ... El blues del hombre muerto' (Chicago) y 'El lamento del mafioso' (Nueva York) iniciaron una saga que ahora cierra 'Sunset Swing', ambientada en Los Ángeles (todas ellas publicadas en España por Alianza Editorial). Autor de culto con una legión de seguidores, una de las señas de identidad de Celestin es su capacidad para convertir en novelas tramas, personajes y escenarios reales.
-¿Cómo se siente después de terminar una tetralogía tan ambiciosa?
-Una mezcla de felicidad y agotamiento. En primer lugar, me siento aliviado por haber conseguido terminar la serie, y espero no haberla estropeado. Escribir el último libro fue como hacer aterrizar un avión. Tenía que terminar el libro y la saga al mismo tiempo. Tampoco quería que el final fuera melodramático o triste, sino esperanzador y emocionante. Eso es mucho para un solo libro, así que fue bueno terminarlo y sentirme vagamente feliz con el resultado. Pero también fue triste despedirme de la serie, en la que he trabajado durante más de una década. También tuve la sensación de dejar mi trabajo: llevaba tanto tiempo trabajando en esta serie que organizaba mi vida, mis horarios, mis finanzas, etc. Me daba la sensación de tener una misión. Me daba un sentido. Fue muy extraño dejar de tener todo eso, pero poco a poco me estoy acostumbrando.
-Sus libros se basan en historias reales, como la de los asesinatos del hacha de Nueva Orleans. ¿Por qué le gusta esa fórmula?
-Creo que caí en ella. Escribí el libro original porque leí sobre la historia real de los asesinatos del hacha que forman la base del libro y pensé que sería tema para una novela negra. Y luego tuve la idea de la serie, que trata de cómo el jazz y la industria del entretenimiento tienen una historia paralela y entrelazada con el crimen organizado, y quise escribir sobre eso, que también es verdad. Así que en realidad no estaba planeado. Sin embargo, creo que basar la ficción en hechos históricos es muy enriquecedor, porque se obtiene lo mejor de ambos mundos: una historia emocionante, elaborada para conseguir el máximo efecto, pero basada en la verdad, con verosimilitud y naturalismo. Además, aprendes algo sobre historia mientras te entretienes y, con suerte, acabas el libro como una persona más informada.
-Y también incluye protagonistas reales de la historia, como Louis Armstrong o Al Capone...
-De nuevo, creo que añaden un sentido de verdad, naturalismo y realismo, y una conexión con lo que está ocurriendo. Pero también espero que ilumine a la gente. Sólo intento incluir personajes reales cuando puedo retratarlos bajo una luz que no hayamos visto antes. Esa es en parte la razón por la que aparece a Louis Armstrong en los libros. La imagen que tenemos de Armstrong a través de la cultura popular es la de un hombre mayor, un anciano clásico de la música jazz. Pero no siempre fue así. Cuando era adolescente tocaba jazz en los burdeles de Nueva Orleans. A los 20 años era uno de los compositores más vanguardistas y punteros del mundo, un auténtico maestro del modernismo. Además, trabajaba para Al Capone y ambos se llevaban bien. Intento incluir todos estos aspectos en los libros sobre personajes reales que la gente quizá no conozca.
-Sus libros beben del estilo gótico...
Siempre me han gustado los libros y las películas góticas, pero no sé muy bien por qué. Supongo que tienen una riqueza que me atrae mucho. Son oscuros y escalofriantes, pero no se adentran demasiado en el gore y lo inverosímil. Son un término medio, supongo, donde obtienes lo mejor de ambos mundos.
-Siendo inglés, ¿por qué lleva sus libros a Estados Unidos? ¿Qué le atrae de este país?
-Creo que es a lo que estuve expuesto de joven. Cuando era niño me encantaba ver viejas películas americanas de cine negro de los años 40 y 50 en la televisión. En Inglaterra las emitían por la tarde, por la noche y los fines de semana, y me fascinaban. Debía de ser el único niño de mi edad que los veía, un poco raro. Y además me gustaba la música jazz desde que era adolescente. Así que a la hora de escribir una novela, fue natural que escribiera una novela negra de detectives ambientada en América, con un fuerte componente de música jazz. Mirando atrás, me doy cuenta de que había una gran dosis de imperialismo cultural en todo aquello a lo que estaba expuesto de niño -toda esa cultura americana importada a Europa-, pero obviamente no lo reconocí como tal en aquel momento, simplemente me parecía genial.
-¿Cómo cambió Estados Unidos en las cuatro décadas que recorre en sus libros? ¿Por qué eligió cuatro ciudades como Nueva Orleans, Chicago, Nueva York y Los Ángeles?
-Quería contar esta historia paralela que tuvieron la música jazz y la industria del entretenimiento con el crimen organizado. Ambas estuvieron muy entrelazadas y viajaron juntas durante la mayor parte del siglo XX, pero la mayoría de las veces se han tratado de forma aislada, al menos en su representación en la cultura popular. Realmente se unieron durante la Ley Seca, en los años veinte, pero continuaron hasta los ochenta, y posiblemente más allá. Como quería contar esta historia, tenía que transitar a lo largo de varias décadas, y como los centros de la industria del entretenimiento y del crimen organizado se movían por todo Estados Unidos (a la par), cada una tenía que estar ambientada en una ciudad diferente.
-No viaja a las ciudades de las que escribe. ¿Por qué?
-Hay varias razones para ello, ninguna especialmente bien pensada. Cuando escribí los dos primeros libros no tenía dinero para viajar a las ciudades en las que estaban ambientados. El tercer libro estaba ambientado en Nueva York, una ciudad en la que ya había vivido brevemente, así que no necesitaba ir allí. El último libro lo escribí con dos niños pequeños en casa y durante la pandemia, así que viajar era casi imposible. Pero también hay otras razones por las que no viajé. En primer lugar, escribo sobre estas ciudades tal y como eran hace cincuenta, sesenta o cien años. En realidad, debería viajar a las ciudades tal y como eran hace tanto tiempo, pero obviamente eso es imposible. Así que existe el riesgo de confundir la ciudad actual con la ciudad del pasado. La otra razón es generacional, supongo. Antes los autores tenían que viajar porque era la principal forma de investigar. Pero ahora existe Internet, existe Google, puedo acceder a bibliotecas y archivos de periódicos de todo el mundo desde mi portátil, puedo encontrar gente de la ciudad en cuestión 'on line' y pedirles que me ayuden con mi investigación. Las ciudades históricas de la serie son en realidad meras construcciones. Es curioso, sin embargo, porque la gente que vivió en esas ciudades y ha leído los libros siempre se sorprende cuando se entera de que los escribí a distancia. Esto es especialmente cierto en el caso del último libro, porque está ambientado más recientemente, en los años 60, por lo que hay mucha gente aún viva de esa época. Lo han leído algunas personas que vivieron en Los Ángeles en los años 60 y me han dicho que, mientras lo leían, sentían que estaban de vuelta en su juventud.
-¿Quiénes son sus maestros?
-Los dos escritores que más han influido en el estilo, la estructura y la prosa de la serie fueron James Ellroy y Raymond Chandler, ambos escritores de Los Ángeles. En cuanto a los escritores de novela negra en general, me gusta cualquiera que sepa contar una historia buena y emocionante, pero que también preste atención a la prosa, tenga personajes creíbles y un cierto sentido del realismo y el naturalismo en su trabajo. En cuanto a novela negra histórica, aparte de Ellroy, el escritor escocés de novela negra histórica CJ Sansom es probablemente mi favorito en términos de puro placer.
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