David Trueba: «Si algo aprecio de España es que sea un país incómodo para los creadores»

- Se la dedica a su hermano Fernando, tras una dura campaña de acoso.

- Han sido injustos con él, pero eso es parte del camino artístico. Sin la injusticia, un artista podría caer en el adocenamiento y el conformismo. Fernando me enseñó a buscarme la vida y a enfrentarla siguiendo los caminos que nunca llegan a Roma.

- Aguantar el chaparrón ¿va en el sueldo del creador?

- Si algo aprecio de España es que sea un país muy incómodo para los creadores. Eso ha forjado el carácter de los mejores. Soy muy positivo. Cuando Fernando recibió un castigo desmesurado, busqué el lado bueno. «Te obliga a reconstruirte, a ponerte metas nuevas y superar más dificultades», le dije. Lo fácil dorar la píldora a los demás.

- Lo de Brassens y 'La mala reputación': 'No, a la gente no gusta que...'

- La mala reputación es, al final, buena para un artista. A España no la harán mejor los aduladores. Serán los críticos.

- Su novela mira a la muerte con desparpajo.

- Sí. Damos la espalda a las malas noticias, pero las cartas funestas están siempre en el buzón. Perder el miedo a la muerte es una manera de disfrutar de la vida.

- ¿Hay que reírse de ella para disfrutar de la vida?

- La muerte siempre ríe la última. Pero hay que entenderla. Relacionamos el nacimiento y la muerte con lo místico, y son experiencias trabajosamente fisiológicas. Nadie piensa jamás tener una relación con el mundo funerario. Y es obligatorio.

- Su coche fúnebre se confunde con las limusinas de los músicos.

- Parto del realismo y, como en esas loterías de rasca y gana, miro debajo. Cuando rascas un poco, todo es un poco surrealista.

- Dani Mosca, su músico viajero ¿tiene un aire quijotesco?

- No busqué una imitación total, pero hay esa confrontación cervantina entre dos opciones vitales en un viaje disparatado. Más importante que el chófer del coche fúnebre, es Animal, el batería del grupo, que mira la vida de frente y choca con Dani. Uno cree que se sobrevive con los ideales y el otro que los ideales son mentiras. Como Quijote y Sancho, al final se reconcilian. Uno reconoce que todos los ideales están condenados al fracaso. El otro que sin ideales no tenemos un motor. Es la gran paradoja de la vida. Necesitas caminar hacia lo que sabes que es imposible. Es lo más hermoso de nuestra aventura.

- Cómo todo novelista, ¿está en deuda con Cervantes?

- Claro. Estableció lo más rico de la novela, esa bomba llamada ficción que explota en la realidad y explica lo que todo el mundo conocía, lo que se expresaba filosófica o religiosamente. Es una destilación de todo lo que vemos. Aporta otra perspectiva, como ahora la científica.

- ¿Para qué sirve la ficción?

- Sí sirviera para algo traicionaría su esencia. Pero como todo en la vida, lo que no sirve para nada, sirve para mucho. La ficción se infiltra en nosotros, nos da recursos para afrontar muchos desafíos. En las situaciones más dramáticas y difíciles siempre hallarás ayuda en la ficción. Hace la vida más soportable. Pero no lo abarca todo, así que el novelista de ser siempre muy humilde.

- ¿Por qué le interesan más los personajes que las historias?

- Los sucesos cruciales de la vida son muy similares para todos. Lo enriquecedor es cómo los afronta un personaje distinto en cada momento. Las tramas son limitadas, los personajes infinitos. Como espectadores y lectores nos seduce más el personaje que la trama, aunque no lo percibamos. En las grandes historias la originalidad está siempre en el personaje.

- El humor es de nuevo su arma contra la solemnidad.

- Si vas a decir algo importante haz reír a la gente. Si te pones muy serio les agredes. El humor es una herramienta infalible. Tras un aparente chiste puede haber mucha verdad. Si anuncias lo que vas a decir con tambores y trompetas, ejecutarás libros de autoayuda, filosofía dotada de importancia. A ningún gran filósofo se le ocurrió decir que sanaría la vida a quien le leyera. Es un invento de los últimos 50 años, de unos dementes de una solemnidad increíble.