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Miguel Lorenci
Lunes, 13 de marzo 2017, 17:29
"Si hubiera conocido a alguien como Mariana de Marco me hubiera enamorado de ella". Lo dice sin ambages ni complejos José María Guelbenzu (Madrid, 1944), escritor de larga trayectoria que publica 'El asesino desconsolado' (Destino), la octava novela de la serie de su inteligente, ... deductiva y atractiva jueza De Marco. Advierte que es una "novela policíaca", género que discrimina con nitidez de la "novela negra, que es mucho mas facilona". Agradece además a sus muchas lectoras la fidelidad a una saga que comenzó hace ya 17 años.
Mariana de Marco nació en 2000. Guelbenzu estaba "atascado" con una novela "de las que llaman serias" y necesitaba "desengrasar". Desde entonces alterna sus novelas más literarias con las de intriga. Ha publicado ocho entregas y ya está con la novena de esta saga policíaca". "El género negro no me interesa, el policíaco mucho. Es lo que se ha llamado siempre crimen y misterio y el que más me ha enseñado", confiesa.
"Para el 'noir' solo se necesita un psicópata. Es muy agradecido para un escritor y mucho más fácil. No debe explicar nada y cualquier cosa que haga está justificada. No hay que crear una estructura, mientras que el policíaco te obliga a crear una trama, debe tener un punto detectivesco y establecer un duelo de inteligencia entre el asesino y el investigador", argumenta Guelbenzu. Sus referentes más firmes son Georges Simenon y la pareja sueca formada por Maj Sjöwall y Per Wahlöö, creadores del detective Martin Beck. "Son los verdaderos padres de la novela policíaca europea, de esos comisarios que viven en la rutina y a veces resuelven los casos gracias a la casualidad, como ocurre en la realidad", plantea.
"Los detectives europeos -precisa Guelbenzu- son los más atormentados de la tierra. No quería ver una colección de cenizos y Mariana de Marco tiene una parte positiva. Es una juez, no una detective. Es muy intuitiva con las pruebas que le ofrece la Policía, pero no es como un CSI que encuentra un pelo en el baño y arma su tesis" dice el escritor en defensa se su personaje. Una jueza "que es leal, muy valerosa, irresponsable a veces y razonablemente temeraria, bebedora ocasional pero no alcohólica", según su creador. Con 46 años "sigue siendo atractiva y tiene mucha vida profesional por delante" aunque Guelbenzu diga no saber si escribirá mas allá de las diez novelas que se planteó cuando la juez se coló en su magín. "Me atrae lo mismo ahora que entonces", reitera.
La ciudad 'G'
En esta ocasión la acción transcurre en G, una lluviosa ciudad del norte que el lector identificara pronto. "He hecho todo lo posible para que se note que es Gijón", ironiza el escritor, que se toma la "licencia literaria" de no nombrarla "para poder colocar los edificios y a la gente donde me de la gana". Allí arma un caso en el que el asesinato se mezcla con el tráfico y la falsificación de obras de arte. La juez tiene que lidiar además con Javier Goitia, un curioso y curtido periodista 'freelance' "con el que elude comprometerse" y que persigue una exclusiva sobre un misterioso cuadro de Monet aparecido en la escena del crimen.
Sabe bien Guelbenzu que las mujeres son su lectoras más agradecidas, que "responden mejor que los lectores y son sin duda las que más leen y las que sostienen el tinglado editorial", aventura. Cuenta que ha a tenido "algunas ofertas" para llevar a su detectivesca jueza al cine, pero que "no han cuajado". "No me gustaría verle la cara. Es el lector quien debe imaginar cómo es. Si te ponen a Aitana Sánchez Gijón, ahí se queda para siempre y eso no me agrada", dice.
Crítico literario en activo, cree que a los escritores españoles les falta hoy "sentido del riesgo" que juegan sobre seguro apostando "por una literatura que saben que funciona". "La literatura de Javier Cercas no me interesa nada, ni las novelas galdosianas, porque ya las hizo Galdós", dice Guelbenzu rompiendo una lanza en favor de narradores como Carlos Pardo, Luis Magrinyá o Fernando San Basilio.
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