Daniel Roldán
Miércoles, 1 de marzo 2017, 23:11
La vida de Juan Pablo Escobar cambió el 2 de diciembre de 1993. Su padre y uno de los mayores narcotraficantes de la historia, moría a manos de las fuerzas del orden. La viuda y sus dos hijos se mudaron a Buenos Aires y Juan ... Pablo se convirtió en Juan Sebastián Marroquín. Hace dos años, explicó el sentir de la familia en un libro. Ahora publica, Pablo Escobar. Lo que mi padre nunca me contó (Península) donde intenta poner en contexto ese mundo de muerte y drogas que, en la actualidad, también ha atraído a la televisión y al cine.
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Mi padre no es 'cool', señala de forma contundente. Si tiene esa imagen es porque se ha vendido al mundo la versión de Hollywood. «Quieren venderlo a la juventud como si fuera un western porque mi padre todavía tiene mucha atracción, tanto positiva como negativa. A veces lo presentan como una especie de superhéroe», apunta Escobar, que vio como Netflix apostaba por la historia de Javier Peña, un agente de la DEA, antes de acceder a toda la información que la familia le ofreció de forma desinteresada. Decían que los hijos y la viuda de Pablo Escobar no sabían nada ¿o hay un primo en Netflix que no conozcamos?, añade el autor, que recalca que las historias de Pablo Escobar no son inocentes.
Y aunque hace 23 años que Escobar falleció, su nombre todavía se usa en el día a día de Colombia o para mover hilos invisibles de política internacional. Se ha usado con fines políticos la historia de mi padre, se ha usado para derrocar gobiernos como en Perú con Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, comenta Juan Pablo. Me ofreció la DEA que publicara dos párrafos en contra de estos dos para tener el visado. Yo me negué porque no quiero ser un títere. Si hubiera publicado en este libro que los Castro fueron narcotraficantes con mi padre, también tendría la visa, explica el autor. Si antes no podía entrar en Estados Unidos por ser el hijo de un narcotraficante, ahora está convencido que después de sus constantes negativas y el contenido de su último libro, es imposible. Explico la relación de mi padre con las agencias internacionales que supuestamente estaban para combatirlo y que terminan asociados. En el caso de la CIA, para financiar la lucha anticomunista en Centroamérica durante los ochenta y en el caso de la agencia antidroga para favorecerse mutuamente, comenta. La publicación de este libro significa la renuncia definitiva de tener una visa porque estoy seguro de que incomodan mucho las historias que cuento. Ponen en entredicho la función que el rol ha tenido Estados Unidos en la lucha contra la droga, indica.
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