Álvaro Soto
Sábado, 17 de diciembre 2016, 00:32
Bruno Arpaia rechaza que su última novela sea apocalíptica. Sí, se habla de desiertos, destrucción y muerte, pero él recuerda que todos sus escenarios están basados en informaciones científicas. Algo, ahí fuera (Alianza) es la notable aportación de Arpaia (Nápoles, 1959) al cli-fi ... o clima ficción, un género literario en sí mismo que aborda las consecuencias del calentamiento global y que pretende llamar la atención sobre el que es, según el escritor, el desafío más importante al que se enfrenta el planeta.
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Libros y películas sobre catástrofes climáticas han existido siempre, pero hasta hace pocos lustros, los argumentos respondían solo a la imaginación de los escritores y los guionistas. 'El mundo sumergido', de J. G. Ballard, publicada en 1962, se considera una de las obras pioneras. En el siglo XXI, sin embargo, las páginas de Sociedad de cualquier periódico ofrecen inspiración para las historias más horrorosas a causa del cambio climático. Los libros 'Estado de miedo' (2004), del multiventas Michael Crichton, 'Solar' (2009), de Ian McEwan o 'Far North' (2009), de Marcel Theroux marcaron el camino de un género que recibió su bautismo definitivo con un artículo del periodista Scott Thill en la revista 'Wired' en 2010 en el que se esbozaban las características del 'cli-fi' y, sobre todo, en 2012, cuando el escritor Dan Bloom publicó 'Polar City Red', una novela sobre refugiados climáticos que sobreviven en la (aún más que ahora) inhóspita Alaska de 2075.
En la reseña de prensa de esta novela, Bloom dijo que se trataba de una obra 'cli-fi', usando por primera vez el término como un subgénero dentro de la ciencia ficción ('sci-fi', en inglés). En las primeras semanas despachó exactamente 271 ejemplares, hasta que la National Public Radio (NPR), la cadena pública de radio de Estados Unidos, y el Christian Science Monitor se hicieron eco del libro. Las ventas se dispararon, igual que el número de escritores que se apuntaron a los desastres climáticos. 'Conducta migratoria', de la escritora norteamericana Barbara Kingsolver, o la colección de relatos 'Beacons', recopilada por el británico Gregory Norminton, son algunas de las obras que han llegado a las librerías y se han convertido en 'best-sellers'.
En la novela de Arpaia, un grupo de refugiados climáticos abandona Italia, convertida ya en un desierto, para viajar hacia los países escandinavos, donde ni mucho menos están dispuestos a recibirlos con los brazos abiertos. En este contexto, el autor habla del mercantilismo de las sociedades modernas, del egoísmo de los países ricos y de la desprotección de los débiles, una fotografía novelada de lo que ya está ocurriendo. Actualmente, ya existen 50 millones de desplazados climáticos en el mundo. Lo que ocurre es que se mueven entre países africanos y no nos damos cuenta de la dimensión del problema, tan solo vemos los que intentan llegar a Europa, afirma. Pero Arpaia subraya que en el interior de California, a causa de los incendios, también hay movimientos migratorios. O más grave aún, recuerda que la guerra de Siria tiene un origen climático: la sequía que sufrió el país durante la última década y que empujó a los habitantes de las zonas rurales a desplazarse a ciudades como Alepo, que se sobrepoblaron y donde el integrismo ha terminado de hacer el trabajo hasta convertir al país en una tragedia.
Es paradójico, pero el cambio climático es un problema tan apabullante que a la gente no le interesa, denuncia Arpaia, que cree que la novela, con su capacidad para transmitir experiencias, puede ser una buena manera de ayudar a comprender la dimensión del desastre. La literatura no puede cambiar el mundo, pero sí la manera en que la gente vive. El ser humano necesita saber no solo lo que ha pasado, sino también lo que hubiera podido pasar. Para eso existe la ficción, subraya.
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Desculturización
En Algo, ahí fuera también se aborda otra de las preocupaciones del escritor italiano: la desculturización progresiva de las sociedades occidentales, un aspecto totalmente relacionado con la actitud pasiva de la ciudadanía ante el cambio climático. Occidente tiene las clases dirigentes más mediocres de su Historia. Nuestras democracias se tambalean. Son como unos relojes, el mecanismo funciona pero las agujas no se mueven, asevera. Ironiza Arpaia con que hace 35 años, él se manifestaba contra los políticos de su época juvenil. Al lado de los actuales los considera unos estadistas.
La cultura, considera el autor, puede ayudar a entender la complejidad del mundo actual y a combatir los populismos, que ofrecen respuestas fáciles a esta realidad tan difícil, pero precisamente son los políticos que deberían combatir los populismos los que están llevando a cabo recortes dramáticos en educación y ciencia. Comparando la inversión en el PIB de unos países y otros, Arpaia tiene clara la conclusión: Los italianos y los españoles jóvenes van a ser los camareros de Corea del Sur.
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