Antonio Paniagua
Miércoles, 18 de mayo 2016, 18:07
La poesía no es un lenguaje de hoy, es un lenguaje de todos los tiempos, dice Antonio Colinas, quien acaba de ser galardonado con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el reconocimiento institucional más importante en materia lírica en España y que compite en ... relevancia con el Cervantes. Colinas es un amante de la palabra que ama la tradición de los ascetas y místicos, que abraza la preocupación por la devastación de la naturaleza y un hombre que adora a partes iguales Italia y el romanticismo alemán.
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La poesía se presenta cuando fallan resto de los lenguajes, cuando el lenguaje, periodístico, social o político se agotan. Entonces nace la poesía, como palabra dicha a contracorriente, argumenta el escritor, que se embolsa 42.100 euros, dotación económica del Reina Sofía.
Los miembros del jurado de la XXV edición del premio, que distingue el conjunto de la obra de un autor vivo, ha hecho justicia poética. Han reconocido por fin una de las voces más singulares y de la poesía española. Este amigo de Vicente Aleixandre y discípulo de María Zambrano, reniega de la idea de que vivimos una época que abdica de la poesía. La poesía existía veinte siglos antes de antes de Cristo. ¿Quién ha dicho que tenga desaparecer ahora, de repente y de la noche a la mañana.
Colinas, que acaba de publicar Memorias del estanque, es autor de una extensa obra, en la que también hay dos novelas, ensayo, críticas literaria y muchas traducciones. Nacido en La Bañeza (León) en 1946, Colinas cree en el poder sanador de la palabra. Frente a la visión intelectual que en Occidente se tiene de la lírica, el autor de Los silencios del fuego entiende que la poesía cura al que la lee y a quien la escribe.
Colinas es una rara especie en la literatura española, un puente entre la cultura clásica y mediterránea y la tradición oriental. Por eso entre sus maestros están, aparte de Aleixandre en lo poético y María Zambrano en el pensamiento, Dante, Paul Valery, Seferis, Quasimodo, además de Neruda, Octavio Paz, Hölderlin y Novalis. En La simiente enterrada, libro que surgió de un viaje a China, dio forma a sus inquietudes por las filosofías orientales.
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En 1998, Antonio Colinas se afincó en Salamanca. Ya entonces había fraguado en su obra había la inquietud por la ecología. Títulos como Libro de la mansedumbre y Tiempo y abismo están tintados por esas obsesiones y por la muerte de sus padres.
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