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Antonio Paniagua
Domingo, 10 de abril 2016, 23:37
Nunca nos enfrentamos a una obra con la conciencia en blanco. Cuando contemplamos un cuadro, cuando leemos una novela, establecemos inmediatamente una red de relaciones comparaciones, semejanzas y diferencias. Y este diálogo es el núcleo de la literatura comparada. Lo que Borges enseñó a Cervantes ( ... Taurus) es una guía completa, clara y concisa de esta disciplina, tan exigente como apasionante.
Lo primero que habría que comentar de Lo que Borges enseñó a Cervantes es su título, un aparente contrasentido que, sin embargo, contiene la esencia de la comparación. En efecto, a pesar de que nuestra mente se resiste a renunciar a la cronología, es imposible no leer a Shakespeare a través del prisma de T. S. Eliot. O no es contradictorio, por ejemplo, emplear el término kafkiano para referirnos a obras anteriores al autor, porque las leemos a través de Kafka. Como diría Borges, cada escritor crea sus precursores.
En esta obra se ofrece una visión general de la literatura comparada haciendo hincapié en las nuevas tendencias desde el marco de la globalización y el cosmopolitismo. Los autores exponen los debates y los cambios teóricos más recientes, además de hacer un completo y esclarecedor recorrido por la historia de la literatura comparada desde su nacimiento, a principios del siglo XIX, hasta la actualidad, cuando se especula sobre su muerte. Todo ello explicado con un gran número de ejemplos tanto de la literatura hispánica como universal.
La primera labor de este libro, afirman sus autores, es justamente rebatir esa supuesta muerte de la literatura comparada. Pero antes de desmentir su defunción, es necesario hablar de su nacimiento. Y esto es lo que realizan con claridad y erudición los tres expertos, referentes indiscutibles de los estudios literarios. Comenzando por el director de la Real Academia de la Lengua, Darío Villanueva, y siguiendo con Cesar Domínguez, doctor en Teoría de la literatura y Literatura Comparada, y Haun Saussy, doctor en Literatura por la Universidad de Yale.
Afirman que, en la academia actual, leer literatura está mal visto, y apuestan por recuperar la creencia de que la literatura es una institución social y estética de primera magnitud, y que su enseñanza no es un mero adorno de los sistemas educativos, sino que puede desempeñar un papel insustituible para la formación de los ciudadanos en un sentido plural, democrático y cosmopolita.
Exportación literaria
El principal objetivo de la disciplina en sus inicios era la comparación entre obras escritas en distintos idiomas o procedentes de distintas culturas, limitándose a literaturas en determinadas lenguas europeas. Y las comparaciones servían únicamente para refrendar el papel privilegiado de algunos países, dada su ingente exportación literaria.
A finales del siglo XX esta actitud llevó a muchos estudiosos a considerar que la disciplina había muerto debido a los perjuicios causados por el antieurocentrismo. Otra causa de alarma fue la politización de las Humanidades. Y, para completar el cuadro, la llegada de Derrida y su deconstrucción, que terminaron por socavar gravemente la especialidad.
A esta devaluación de la disciplina literaria se sumaron las políticas de rechazo del canon occidental, lo que supuso la erradicación de escritores considerados clásicos hasta la fecha, como Boccaccio, Cervantes o Shakesperare.
El multiculturalismo que domina la mayoría de los departamentos universitarios en Estados Unidos, argumentan los autores, conlleva una óptica postcolonial, por la cual, los esquemas literarios anteriores solo pueden verse bajo el prisma del imperialismo y la colonización. Todos estos movimientos, agrupados bajo la etiqueta de posmodernidad, han sido los causantes de la crisis más grave de la disciplina.
Cualquier obra contiene gran cantidad de alusiones a literaturas previas, una clave para evocar situaciones o experiencias similares. Y este hecho puede aplicarse a todo el espectro literario, desde la cultura popular hasta la poesía más refinada.
Asuntos como el colonialismo cultural como método de dominación, el papel de la traducción, tan importante como ignorada sistemáticamente, o la comparación entre artes que puede llevar incluso a considerar cinematográfica La Eneida de Virgilio son otros tantos temas tratados en este libro singular. Un libro fundamental, no solo para los estudiosos, sino también para el lector general, que tendrá una nueva perspectiva para abordar sus lecturas personales. Porque la literatura trata de los temas que nos preocupan como seres humanos a través del tiempo y el espacio: es la forma más perfecta de escuchar a quienes murieron hace tiempo, para redescubrir lenguas muertas, mundos desaparecidos y para conocer visiones del mundo distintas a la nuestra. El beneficio de ampliar el conocimiento de la literatura a escala mundial es el de incrementar la variedad de bienes literarios ofrecidos, como dijo Goethe.
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