El escritor irlandés John Banville.

John Banville: «Sería fantástico que pudiésemos volver al paganismo»

El escritor publica 'La guitarra azul', una novela en la que aborda el tema del adulterio, frente al que es "difícil resistir"

Antonio Paniagua

Sábado, 23 de enero 2016, 07:32

John Banville (Wexford, Irlanda, 1945) supo a la temprana de edad de doce años que su vocación era la escritura. Durante tres décadas trabajo como periodista corrigiendo textos de los demás. Quizá en ese oficio cuajó su obsesión por la palabra precisa y la frase ... perfecta. Bajo el pseudónimo de Benjamin Black se oculta el escritor de novelas negras con vocación de artesano del lenguaje. Ahora acaba de publicar 'La guitarra azul' (Alfaguara), una novela en la que aborda el adulterio.

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¿Por qué el adulterio es tan recurrente en la literatura?

John Updike siempre hablaba de la poesía próvida del adulterio. Uno se casa, tiene un trabajo, su vida transcurre sin sobresaltos y, de repente, en una cena o en la calle, alguien te mira de una manera particular y todo lo pasa a otro plano. Es como estar trabajando en una voluminosa novela y, sin transición, una mujer se te acerca y te recita un poema corto y bellísimo. ¿Cómo te vas poder resistir? Es muy difícil.

¿Es como vivir otras vidas?

No, es como vivir una vida pero con tal intensidad que te olvidas de cómo era vivir antes. Es como el arte, que ayuda a intensificar la realidad de estar aquí.

¿Cree que las mujeres están mejor asentadas en el mundo, que maduran antes que los hombres?

Sí, los chicos, y yo me considero uno, nunca crecemos. Conforme vivimos vamos preguntando dónde se ha ido mamá. En cambio, a los once o doce años, las niñas se dan cuenta perfectamente del poder que tienen y de sus límites para ejercerlo. Se percatan de que los hombres no las van a dejar ser libres, con lo cual son muy realistas. Pero además son infinitamente caritativas, sensibles y encima nos aguantan. Tengo una debilidad: me encantan las mujeres. Mi idea del infierno sería una cena eterna compuesta solo de hombres.

¿Qué tiene Irlanda para que sea la cuna de tantos buenos escritores?

Creo que tiene ver con el hecho de que perdimos nuestro propio idioma a mediados del siglo XIX, lo que ocurrió en un periodo de apenas diez años, algo que no se ha dado en ningún otro lugar. La lengua irlandesa es muy oblicua y poética, mientras que el inglés básico que nos dieron es como el latín del Imperio Romano. La fricción entre este inglés tan básico y una lengua tan poética producirá una nueva versión del inglés, que es una de las lenguas literarias más maravillosas que existe.

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¿A qué atribuye que tenga tan buena aceptación en España?

España e Irlanda tienen muchas cosas en común. Arrastramos un pasado oscuro, hemos sufrido la tiranía de la Iglesia católica y una guerra civil muy amarga. Y ahora, además, los dos estamos arruinados.

Es usted muy crítico con la Iglesia católica. ¿Lo mejor que le puede ocurrir a un país es una buena dosis de secularización?

Sería fantástico que pudiésemos volver al paganismo. El mayor desastre de la humanidad ha sido la creación de los monoteísmos. Los antiguos griegos, que eran unos genios, crearon un sistema que podía explicar todo lo que pasa en la vida remitiéndose a unos dioses que no eran todopoderosos; simplemente estaban un paso por delante de los hombres. Los dioses griegos eran celosos, cortos de vista y malos, como nosotros.

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¿Es difícil ser escritor en un mundo tan fascinado por las nuevas tecnologías, que procuran una forma de ocio que compite con la lectura?

Al principio del siglo XIX la electricidad era el tema del que todo el mundo hablaba. Ahora pasa lo mismo. Pero dentro de treinta años la tecnología digital estará tan integrada en nuestras vidas que entonces no le daremos ninguna importancia. Seguimos siendo como éramos cuando vivíamos en las cavernas.

Emplea el pseudónimo de Benjamin Black para firmar las novelas negras. ¿Hay vasos comunicantes entre el estilista y escritor de obras más populares?

Antes de ser artista hay que ser artesano. Para escribir sí es preciso aprender el oficio. Durante 35 años me gané la vida como periodista, siendo un artesano, porque yo no escribía, sino que corregía a los demás. Me gusta ser un artesano, pero también un artista que intenta destilar la poesía que hay en la prosa.

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¿Henry James preside su altar literario?

Sí, es el mejor novelista. Valoro mucho su sentido del mal; nadie escribe sobre el mal como lo hacía él, con tanta sutileza.

¿Y Nabokov?

Cuando leí 'Lolita' me pareció una obra de arte superlativamente bella. Pero cuando mi hija cumplió once años la releí con una perspectiva totalmente distinta.

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