La resurreción intelectual de Juan Larrea

Describe el nacimiento de un nuevo Larrea «que rompe con su pasado europeo y comienza una nueva vida cargada de optimismo en el Nuevo Mundo. «Nos descubre a un Larrea que va más allá de sí mismo y se sale de la corriente en un viaje redentor de vuelta a la luz», resume Javier Expósito, responsable literario de la fundación.

Procedente del archivo de Juan Larrea que custodiaba Alejandro Finisterre, editor e inventor del futbolín, el diario tiene 173 hojas manuscritas del escritor y poeta ultraísta, dos páginas dactilografiadas y dos programas de conferencias. Estamos ante el diario «de un profunda crisis intelectual», escrito por un Larrea que rechaza su pasado trágico de republicano derrotado y se muestra optimista a pesar de las graves dificultades que afronta. Habla de «experiencias concretas, sueños, premoniciones, sincronías, enfermedades o sucesos de la vida cotidiana y de su familia» según explica Morelli, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Bérgamo. Ha recuperado y transcrito las anotaciones de un Larrea, «que comprende su propia existencia a través del diario, de una crónica intelectual y mística, inusitada en la literatura de su época; una inmersión en la bipolaridad que revela su yo más profundo», apunta Morelli. «Es un viaje iniciático y espiritual, ni ideológico ni político, en búsqueda del amor espiritual», resume el hispanista.

Las entradas van del 4 de abril de 1940 al 4 de agosto de 1947 y muestran la positiva actitud ante la vida de Larrea, y sus reflexiones ante los sombríos acontecimientos que afrontó. Momentos como el abandono de su esposa Guite, -«el más atroz de mi vida»-, o las graves enfermedades de su hijo Juan Jaime, que una vez superadas Larrea interpreta «como un nuevo nacimiento».

En 2009 la fundación ya editó el grueso de la obra poética de Larrea, poeta «puro» y «raro» que aspiró «a no contaminarse de nada ni de nadie», según Morelli. En el diario crea «un mapa vital y cósmico que una el microcosmos de los aconteceres cotidianos con el macrocosmos de la historia y el espíritu» según el estudioso italiano. «Es una muestra su carácter optimista, reflexivo y la asombrosa singularidad de este autor siempre brillante y orillado por el discurrir de la historia», señala Javier Expósito. «Tal era su obsesión por ser invisible que el poeta Luis Felipe Vivanco llegó pensar que no existía, que era una invención de Gerardo Diego», recuerda Morelli, para quien muchos poemas de Aleixandre, de Alberti y del Lorca de 'Poeta en Nueva York' no habrían sido posibles sin ese «eslabón» que fue Juan Larrea.

Morelli destaca el optimismo de un Larrea que mientras escribe el diario dirige la revista 'Cuadernos Americanos', alumbra obras como 'Rendición de Espíritu' (1943), 'Surrealismo entre Nuevo y Viejo Mundo' (1944). Tras hallar el sentido que buscaba en la poesía de vanguardia que escribió en francés, escogió el ensayo como herramienta y regresó al español. Amigo de Juan Gris, Jaques Lipchitz, y Picasso, en 1926 publicó su manifiesto 'Presupuesto vital' en la revista 'Favorable París Poema', editada al alimón con César Vallejo, de quien sería su gran valedor. Bajo el título general de 'Orbe' reuniría los textos escritos entre 1926 y 1932.