El escritor sueco de novela negra Henning Mankell.

Muere Henning Mankell, el patriarca de la novela negra

El escritor sueco se había despedido de sus lectores con unas memorias en la que explicaba la conmoción que sufrió al saber que tenía cáncer

Antonio Paniagua

Lunes, 5 de octubre 2015, 12:24

El escritor Henning Mankell, maestro de la novela negra, uno de los autores más leídos de Europa, ha muerto a los 67 años en Goteborg (Suecia), víctima del cáncer. Creador del personaje de inspector Wallander, Mankell, entregó a la imprenta obras como obras como La ... falsa pista, Asesinos sin rostro o La quinta mujer.

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Mankell hizo un retrató crítico de la sociedad de su tiempo y de su país, Suecia. En sus obras aborda asuntos como la inmigración, la violencia contra las mujeres o el resentimiento que anida en las sociedades del norte de Europa, donde se esconden odios larvados y el Estado del bienestar oculta un malestar enquistado.

En 1990, cuando regresó a Suecia después de una prolongada estancia en África, descubrió asombrado que en su país el racismo había crecido de forma exponencial. Como consideraba que el odio racial era un crimen, decidió que necesitaría dar vida a un investigador que fuera policía. Buscó en la guía telefónica el primer nombre que encontró (Kurt) y lo complementó con un apellido que sonara bien. Así nació su detective, Kurt Wallander, al que siguen legiones de lectores en todo el mundo.

No pensaba seguir escribiendo novelas con Wallander como protagonista, pero Asesinos sin rostro tuvo tanto éxito que Menkell decidió explotó el filón. En entregas posteriores incrustó al detective en diversas intrigas internacionales, en los que emergían los problemas políticos y sociales de la época (la caída del comunismo, la persistencia del apartheid, el tráfico de órganos).

Durante muchos años Mankell fue un perfecto vagabundo, viajó por África, América Latina y Oriente Medio, escribió para el teatro, la televisión y el cine y se casó con Eva Bergman, la hija de cineasta Ingmar Bergman.

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El prosista tenía un talento innato para un gran crear atmósferas y personajes inolvidables. El mejor de todos ellos es Kurt Wallander, un inspector gruñón, dotado de un olfato especial para detectar los secretos de los criminales.

Mankell era mucho más que un autor de bestsellers internacionales. También era un prosista especialmente dotado para abordar historias íntimas (lo que hace en Profundidades o Zapatos italianos) y para componer retablos sociales o sagas femeninas. Como hombre que no ha abjurado de los ideales del Mayo del 68, le repugnaban la injusticia y la crueldad.

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El autor de El chino pasaba la mitad del año en África (tengo un pie en la nieve y otro en la arena, solía decir), y dirigía en Maputo (Mozambique), el Teatro Nacional Avenida. Montó una editorial con la que se dedicaba a descubrir autores del Tercer Mundo. Participó además en la escuadrilla que quiso romper el bloqueo al pueblo palestino.

El patriarca de la novela negra escandinava vendió unos 40 millones de ejemplares en todo el mundo y fue traducido a una veintena de lenguas. Según su editorial sueca, Leonhart, que gestó el propio Mankell con Dan Israel, anunció que el escritor murió durante la noche. Le sobreviven su esposa, Eva Bergman, y su hijo, Jon. "La solidaridad con aquellos que necesitaban ayuda recorre toda su obra y marcó sus acciones hasta el final de sus días", dice una nota de la editorial.

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El narrador ya se había despedido a su manera de sus fieles cuando publicó Arenas movedizas, su último libro en que describe su vida y cómo recibe el fatal diagnóstico de su enfermedad. De repente fue como si la vida se estrechara. Aquella mañana, recién estrenado el año 2014, cuando me dieron el diagnóstico de cáncer, fue como si la vida se encogiera. Escaseaban las ideas, una especie de paisaje desértico se me extendía por dentro, en la cabeza.

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