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Miguel Lorenci
Lunes, 3 de noviembre 2014, 09:58
Lee Child es tan poco convencional como Jack Reacher, el oscuro y atípico protagonista de sus negrísimas novelas, de las que el narrador británico ha vendido casi cien millones de copias. Child, que se llama en realidad Jim Grant (Coventry, 1954), ofrece al lector español ' ... Personal' (RBA), última peripecia de Reacher y ganadora del VII Premio RBA. Con su seudónimo se aseguró un hueco entre Agatha Christie y Raymond Chandler en las librerías, es hoy el 'boss' del género negro y no se pliega a las convenciones. Fuma marihuana mientras escribe, apuesta por la legalización y abomina del ejercicio físico. Preside la Asociación Americana de Escritores de Misterio y factura "historias fáciles de leer y entretenidas". "Si es difícil, el escritor ha fracasado", dice.
Reacher no bebe ni fuma. Es adicto a la cafeína, habla español y carece de remordimientos. Si ha de matar de un tiro a quemarropa o torturar a un terrorista, no parpadea. Tan larguirucho como Reacher -"un vagabundo con alma de caballero andante", según su creador- Child fuma compulsivamente tabaco rubio y cannabis con asiduidad. "Si el alcohol es legal en todo el mundo, la marihuana debería serlo. Causa menos estragos y sería más positiva para la sociedad", sostiene con aplomo de gentleman.
No oculta que escribe por venganza. El mismo sentimiento que anida en el alma de su protagonista, que es la gasolina de sus truculentas aventuras y conforta al lector. Reacher salió del ejército por la puerta trasera y a Child lo echaron de su trabajo como productor, guionista y presentador de la mítica Granada TV en los ochenta. "Escribir novelas fue mi manera de vengarme y demostrar que un despido no es el final, como no lo fe la salía del ejército de Reacher", dice risueño.
Centuplicó sus ventas con la crisis y tras el 11-S y, entiende bien que la novela negra triunfe hoy en todo el mundo. "En todas las culturas y latitudes la vida real es insatisfactoria, con problemas sin solución. Si roban tu casa, lo raro es que se encuentre y castigue al ladrón, como lo es que se condene a los estafadores, desfalcadores de dinero público". "La novela negra aporta soluciones, satisface el ansia de justicia de la gente, castiga a los malos y venga afrentas, y eso reconforta al lector", apunta Child .
Contrato emocional
La serie de Reacher le ha convertido en un hombre rico, con Hollywood a sus pies y residencias en Los Ángeles, Nueva York y Londres. "Si tengo éxito como escritor quizá sea porque jamás lo perseguí", plantea Child. "Soy un tipo corriente y me tengo más por un entretenedor, que por un escritor con mayúsculas y comprometido con el arte".
Tras veinte años de carrera y diecinueve novelas, el dinero no es el motor de su vida. "Tengo un contrato emocional con los millones de lectores que esperan cada año una nueva historia de Reacher. Y la tendrán si no me dan la espalda, aunque sé que es mejor dejarlo cuando estás en las cresta de la ola", reflexiona Child, que comienza siempre a escribir historias el uno de septiembre.
Tom Cruise encarnó a Reacher -un gigantón de dos metros y cien kilos- en la película basada en 'Un disparo' que como 'Personal' gira en tono a un francotirador. El actor de corta estatura "lo hizo muy bien", según Child, y seguirá encarnando en una saga al ex policía militar. Cree Child que Cruise "clavó los matices" de su lobo errabundo y solitario, sin compromisos ni familia. Un ser extraño, abstemio y analógico, sin móvil ni tableta, que acepta trabajos ocasionales para sobrevivir.
Quiso crear a alguien "distinto a todos los detectives conocidos". "Un tipo de la vieja escuela, como aquellos fantásticos caballeros que hacían justicia vagando por el mundo sin ataduras, sin lastres emocionales ni conexiones; un inadaptado que no encaja en la sociedad y vive a su modo". Para crearlo batió en la coctelera de su magín "cosas de Agatha Christie y Raymond Chandler", dos referencias clave para Child: "Ella se basa en la resolución de un enigma y él en desarrollo del personaje".
La trama de 'Personal' gira en torno al magnicidio de un líder del G-8 encargado a un francotirador que solo Reacher puede neutralizar. "Quería mostrar la enorme vulnerabilidad de líderes mundiales, la gran fragilidad de los poderosos y el pánico que atenaza a los servicios de inteligencia", explica Child, que exhibe exquisitos modales y encadena un cigarrillo con otro, evocando su adolescencia salvaje y vindicativa "de puños y cabezazos" en Birmingham.
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