«Es un libro de personajes más que de viajes, me interesa el factor humano»

-¿De dónde parte su interés por Greene? ¿Quizá a través de Evelyn Waugh, autor al que más tiempo ha dedicado como traductor?

-Es verdad que Waugh fue mi primer objeto de estudio, pero también tenía interés por Greene y empecé a ir a unos encuentros que hacen todos los años en su ciudad natal, en Berkhamsted. Allí conocí al médico catalán Ramón Rami Porta, a quien le dedico el libro, que era amigo del cura Leopoldo Durán e hizo de albacea de su herencia. Él me habló del legado de Durán sobre el escritor inglés, en el que figuran 17 cuadernillos del diario donde había recogido sus viajes y conversaciones telefónicas con Greene. Era la joya de la corona de este legado, que acabó adquiriendo la Universidad de Georgetown y a donde yo he ido en dos ocasiones. Para documentarme, también visité la Universidad de Boston, Oxford, Londres...

-De los viajes de Graham Greene a España ya había hablado Leopoldo Durán en su libro de memorias.

-Sí, pero es un testimonio de amigo y está muy edulcorado. Para él Greene es una figura idealizada y no comenta nada de sus muchas turbulencias vitales. Además, como buen gallego, no dio muchos detalles, así que me pareció una buena contribución hacer un libro documentado sobre estos viajes.

-¿Qué relevancia tuvieron estos viajes para Greene?

-Fueron importantes por varios motivos. El principal, el literario, ya que le proporcionaron inspiración para su novela cervantina 'Monseñor Quijote' y, aunque para muchos es una obra menor, el autor reconoció al final de su vida que era su favorita. Además, Greene fue el autor inglés más conocido en nuestro país en los años 60 y 70, con guiones memorables como el de 'El tercer hombre' o novelas como 'El poder y la gloria' o 'El americano tranquilo'.

-Durán y Greene eran dos personalidades muy distintas. ¿Por qué congeniaron tan bien?

-Obviamente eran muy diferentes. Greene era un hombre de mundo, con muchas amantes y dudas, con un carácter muy irascible y generoso también. Durán era bastante inocente, un poco interesado. Entre los años 1964 y 1975, Durán era uno más entre los cientos de personas que escribían a Greene, de hecho éste le respondía a través de su secretaria. Cuando ésta dejó su trabajo con el autor inglés le concertó una cita con este cura tan insistente, sospecho que un poco por venganza. En su primer encuentro, en el Hotel Ritz de Londres, ambos congeniaron muy bien y prepararon un viaje a España. Graham Greene era informante del Servicio Secreto británico y mi conjetura es que vino a España por primera vez (en 1975) para informar sobre nuestro país tras la muerte de Franco, aunque en su segundo viaje tuvo esa revelación de hacer una novela hispana, quijotesca, y eso eclipsó todo lo demás.

-¿Cree que Leopoldo Durán influyó de alguna manera en el autor inglés?

-Una influencia clara es que le proporcionó inspiración para su novela 'Monseñor Quijote', una caricatura cariñosa de su amigo, un homenaje a Cervantes y a Unamuno, un retrato de la España posfranquista y también una reflexión sobre las relaciones entre cristianismo y marxismo. La novela surgió en la mente de Greene a partir de un par de anécdotas en las que vio que su amigo era una calamidad.

-Graham Greene viajó a nuestro país cuando ya superaba los 71 años. Eran estancias estivales y relajadas, que supongo aportan nuevas pinceladas sobre la personalidad del autor.

-Sin duda. Éste es un libro de personajes más que de viajes, porque yo soy un autor de personajes. Me interesan sus contrastes, discusiones, debates, esos arranques de depresión y luego de euforia que tenía Greene... cosas sobre el factor humano.

-Hablando de factor humano, Greene dio en nuestro país con su vino favorito, de Marqués de Murrieta, que le llevó a visitar en 1983 la sede de las bodegas en el Castillo de Ygay y, posteriormente, en 1987.

-En 'Monseñor Quijote' hizo dos referencias a su tinto favorito, de Marqués de Murrieta, que descubrió en Salamanca durante su primer viaje a España. Leopoldo Durán quiso sacar partido a esa publicidad y escribió a las bodegas riojanas, entonces con Joaquín Espert como apoderado de la familia Olivares, dueños y herederos del primer marqués de Murrieta. Organizaron una visita en 1983 con mucho agasajo, pero dos años después la bodega había pasado a manos de los condes de Creixell, que quisieron dar una vuelta al asunto creando una fundación con el nombre de Greene, supuestamente para fines culturales pero subliminalmente para vender vino en Inglaterra. La fundación fue un fracaso, apenas duró un año.

-¿'El tercer hombre' o 'Monseñor Quijote'?

-'El tercer hombre' me parece una muestra ejemplar de una historia con contenido, superentretenida y con un ritmo ágil. Como narrativa prefiero esta obra.