Teatro | 'El beso de la mujer araña'

A la liberación política a través de los cuerpos

'El beso de la mujer araña' fue publicada en 1976 por la editorial Seix Barral de Barcelona y censurada por la dictadura militar argentina. También fue llevada al cine en 1985 por el director argentino-brasileño Héctor Babenco y protagonizada por Sônia Braga, Raúl Juliá y William Hurt, que ganó el Oscar. El actual montaje escénico de Pentación fue estrenado el año pasado en Avilés y, desde entonces en gira, sobrecoge por la interpretación de sus dos únicos actores.

De gran impacto en su época, su relevancia conserva total actualidad. Está basada en una parte de la vida de Luis González de Alba, preso político por el movimiento estudiantil argentino de 1968. Relata la historia de dos presos, uno político y otro homosexual, condenado por abusos, que conviven en prisión. El encuentro entre ambos sacudirá sus creencias, y se abrirán a una nueva forma de ver al otro, a la vida y al mundo.

En la cárcel, Molina (Poncela) y Valentín (Yebra) son compañeros de celda. Molina, es una mujer en un cuerpo de hombre, encerrado por seducir a un menor. Valentín, que ha sido torturado por la policía durante los interrogatorios, es un activista político que quiere cambiar el mundo. Para escapar de la realidad, Molina evoca películas antiguas, a través de las cuáles, en un proceso de identificación con sus personajes, ambos reflexionan sobre su propia vida y su identidad política y sexual. Un combate interior con muchas heridas abiertas y una pantera que no deja de rugir.

El veterano actor Eusebio Poncela y el también bailarín Igor Yebra ya compartieron escenario en 'Esto no es la casa de Bernarda Alba', otra adaptación dirigida por Carlota Ferrer, pero ahora se enfrentan cara a cara con un exigente texto y un hondo duelo emocional.

En palabras del también dramaturgo José Manuel Mora, 'El beso de la mujer araña' «es una historia prohibida que saca a la luz la necesidad de amar del ser humano. Valentín y Molina durante su encierro son compañeros de un viaje existencial, un viaje de liberación. Se trata de un casi thriller que huele a bolero. Mientras fuera de su aislamiento reinan la muerte y la tortura, ellos sueñan un mundo que sigue esperando una revolución. La liberación política pasa por la liberación de los cuerpos».