Ya no quiero ser virgen

La primera, con un contenido de rabiosa orgía juvenil, habla de las vacaciones etílicas y sexuales de los jóvenes. Un grupo de amigas británicas llega a la isla griega de Creta para desatar sus instintos y beber sin descanso. Acaban de terminar sus estudios y con el aprovechamiento del curso escolar en entredicho planean una escapada de sexo y alcohol cuyas imágenes nos resultan conocidas si las replicamos a las inconscientes tropelías que padece todos los años la ciudad balear de Magaluf.

Historia muy excitada que cuenta el deseo de Tara, muy convincente Mia Makenna-Bruce, que quiere perder la virginidad y mientras es testigo de las juergas de sus amigas conoce un proceso bastante calamitoso y decepcionante en su primera experiencia. Es lo que pasa cuando las expectativas son inmensas y el acto una grosería por culpa del tontaina machito insensible. En su haber, la cineasta capta con un estilo visual realista el frenesí de las juergas como si no existiese un mañana.

La sesión estelar del día en el Bretón invita al espectador a sumergirse en un relato perturbador e inquietante. 'Le successeur' (2023) trae de nuevo al autor de 'Custodia compartida' para adentrarnos en un drama escalofriante de intriga y siniestro a tope, que escarba en el horror de la condición humana. La película, vista en la sección a concurso del festival de San Sebastián, recupera al actor Marc André Grondin, todo un icono de la comunidad gay e intérprete de 'C.R.A.Z.Y.' (2005), de Jean-Marc Vallée, que da vida a Ellias Barnès, un creador de moda en la cresta de la ola. Sin embargo, la noticia de la muerte de su padre le llevará a Montreal y aquí descubrirá una verdad aberrante, oculta y oscura. Afrontará un hecho horrible y encarará una situación infame objeto de debate. El resultado, algo desconcertante, pero tenso y arriesgado. Estimulante y no dejará a nadie indiferente.