Además de dramas y comedias se cuela en la sección oficial a concurso del festival de cine español de Málaga otro registro revoltoso, el thriller, que suele aportar sus dosis de tensión para mostrar, en ocasiones, el lado más bellaco y cruel del ser humano. ... En este sentido la producción argentina 'Los terrenos' (2023), escrita y dirigida por Verónica Chen, se adentra en el drama criminal para denunciar la psicópata pomposidad de la clase privilegiada utilizando recursos que emparento, salvando las distancias, con referencias mayores como las irónicas y punzantes intrigas del francés Claude Chabrol.

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Aunque una vez anotada la influencia el desarrollo de la historia se construye de una manera arbitraria, al buen tuntún, sin la solidez y sobriedad que un servidor esperaría en un relato perverso y algo retorcido.

Vera (Azul Fernández) es una joven porteña que rastrea terrenos para comprar por una zona costera cercana a Buenos Aires. Está embarazada y su marido es un tipo que se mueve en el ámbito influyente de la política. Vera es una pija de ciudad, acostumbrada al confort y a salirse con la suya. De talante ganador, a veces, utiliza triquiñuelas turbias y de armas de mujer como trueque para sus ambiciones. En la zona rústica que sondea los espacios en venta chocará con un rufián, Suárez (César Troncoso), un agente inmobiliario con maneras sucias y libidinosas que va a imponer la ley del entorno.

La pertinaz chica de ciudad se tiene que comer su arrogancia al toparse con los desagradables métodos de un lugar nada amigable cuando el poderoso caballero don dinero no sólo compra todo sino que su poder puede poner en la calle a los desahuciados de la vida. Pese al planteamiento y el contraste de civilizaciones, 'Los terrenos' es errática, toma decisiones argumentales demasiado novelescas y desconcierta por sus giros.

Otro negro tema que provoca repelús y que está apareciendo con asiduidad es el de la pedofilia. La cineasta navarra Andrea Jaurreita se atreve con esta espinosa lacra en 'Nina' (2023), sobre una mujer, Nina (Patricia López Arnaiz), vestida para matar, que regresa al pueblo del que partió para ajustar cuentas y denunciar el silencio de una ciudadanía cobarde. Película arrebatadora y afilada psicológicamente con sutiles referencias al western y en torno al simbolismo del color rojo. Una pieza que se atreve a despojar de su máscara al monstruo pervertido bajo su apariencia de hombre respetable.

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