Lección de sexo

La película llegó a las pantallas comerciales con el título 'Iris'. A pesar de la temática que aborda y el tratamiento picaresco y divertido, no consiguió el respaldo que se merecía. Más si cabe en tiempos actuales que el universo femenino y la condición de libertad sexual que explota su argumentación parecía premisa de mucho reclamo.

El título del largometraje alude al personaje de Iris, encarnado con una chispa y desinhibición pizpireta por la actriz Laure Calamy, quien desde los primeros compases de su acción te agarra por el cuello y no te suelta hasta finalizar el despelote con el que afronta una nueva etapa en su monótona vida.

Esta criatura alada y decidida a experimentar sensaciones más allá del decoro, dándole renovadas pulsaciones a su decadente actividad sexual en el dormitorio de su casa, es una odontóloga que atraída por la curiosidad de las plataformas de citas a ciegas se atreve a pulsar la tecla de la pasión.

Inexperta en el engaño cruza la línea prohibida. Ya no hay vuelta atrás. Comienza su inquieta locura de reflotación aceptando encuentros con hombres a ver lo que sale. El paso dado le parece descabellado pero muy atrayente. Su imagen se transforma y luce un lenguaje corporal seductor.

El planteamiento tiene arrebato y escarba en intimidades antes tratadas con mucha discreción. El guion posee astucia y el remolino necesario para encauzar la base del relato hacia una aventura insospechada, llena de retos y también de grandes decepciones y estupendas sorpresas. Entre estas últimas destaca la variada tipología de hombres que Iris conoce. La sátira algo despiadada torpedea la masculinidad decadente. Es lo que hay.