Inocencia interrumpida

Presentada en festivales de mucha confianza y gran repercusión como Cannes o Valladolid, la película explora la siempre peliaguda experiencia del despertar al sexo en plena efervescencia de la preadolescencia. Una temática compleja matizada de felicidad o frustración, según los casos, que aquí se maneja entre la emoción de los primeros coqueteos amorosos compaginados con una pátina de toque fantástico cuya mezcla funciona con sorprendente destreza.

Bastien (Joseph Engel) es un chaval parisino de trece años de vacaciones junto a su familia en una zona boscosa de Québec, junto a un lago. En este paraje idílico coincide con una chica local, Chloé (Sara Montpetit), tres años mayor que él, con la que vivirá y sentirá los primeros ardores sexuales.

Una historia aparentemente inocua y sencilla, manoseada por el cine desde diferentes enfoques, que aquí alcanza una vertiente de misterio al relacionar los miedos íntimos de Bastien con el mal fario que rodea el lago, escenario de un trágico suceso de ahogamiento.

El relato, por su maridaje de explosión carnal y suspense de tono terrorífico podría equipararse a las propuestas de Stephen King e, incluso, y nada descabellado, a la saga 'Viernes 13'. La acción da comienzo con un plano general del lago, con una atmósfera sobrecogedora, una música que da repelús y un cuerpo que flota en el agua.

Para más señas, en la habitación de la casa de verano que ocupan los jóvenes predomina el póster del filme Psicosis, de Alfred Hitchcock, un elemento que presagia estremecimiento en medio de excitaciones, el complejo de ser un crío y el deseo de forjar la autoestima.