Un gurú en el campo

Inspirada en la conocida novela homónima del autor vallisoletano Miguel Delibes, la película ganó la Espiga de Plata en la 31 Seminci y desde aquel pase no la volví a ver. A propósito de la cita de hoy la repaso con mirada ansiosa y me percato de que temas anotados en el guion como la polarización ideológica y el abandono de las comarcas rurales perviven hoy en día.

La acción en presente filmada en blanco y negro comienza en plena Transición con las cortes constituidas democráticamente. Víctor Velasco (Juan Luis Galiardo), antiguo político progresista fallece. Dos de sus mejores colaboradores, Rafael (Iñaki Miramón) y Laly (Lydia Bosch) recuerdan un pasaje de su periplo político durante la primera campaña electoral de 1977, cuando visitaron una aldea burgalesa en busca de votos y se encontraron a un hombre de campo, Cayo (Paco Rabal), sumido en sus quehaceres cotidianos y ajeno a la política.

En retrospectiva, y en color, de fotografía verdosa, desvaída, muy campesina, los políticos, con su candidato de cabecera al frente, arriman su verborrea propagandística ante un hombre rústico a gusto y feliz con las propiedades de la sabia naturaleza.

La interacción de los cuatro personajes está llena de sutiles aleaciones que devienen en reflexiones metafóricas de sencillo alcance. Rafael habla de votar con conciencia y cambiar las costumbres ancestrales. Laly se atreve a proponer la independencia de la mujer. Víctor escucha con aprecio la filosofía práctica de Cayo. Y éste suelta perlas sin cesar que calan en el candidato.

Es posible que la película visual/estética esté desfasada pero plantea cuestiones que hoy resuenan como el abandono secular de las zonas rurales, entre otros temas. Pero oír de nuevo a Rabal/Cayo, su pragmatismo, si no es un lujo, se le parece.