Folclore y thriller

La ópera prima de Juan Pablo indaga en el tormento y rebeldía de un joven gaucho, Cabra (Martín López Lacci), que siente un vacío por la ausencia de la figura de su padre, El Corto (Castro), un truhán que pasa largos tiempos en la cárcel. Cabra vive con su madre, Rosario (Mónica Lairana), a la que reprocha que ahogue sus penas con un amante, Eusebio (Diego Cremonesi).

Cabra está en una edad difícil. Adolescente rebelde, de familia desestructurada, delincuente ocasional y emergente practicante del baile folclórico del Malambo, la danza gaucha. Su frustración y rabia es realista y creíble. El inexperto Martín López, de aspecto afilado, da con la tecla y conforma con técnica sencilla un perfil quinqui como el de entusiasta bailarín.

La acción comienza con fuerza, en la frontera entre Argentina y Bolivia. Cabra acomete un chanchullo de tráfico de arma para obtener dinero y comprarse unas botas para zapatear. En este tramo las imágenes expresan la agresividad del entorno, su clima de violencia y el desafecto doméstico.

La crispada antropología ambiental da paso a la zona cálida del reencuentro. El Corto dispone de días de permiso y se acerca a la familia. Cabra reflota y aprueba lo que ve. Insertos de la festividad de un carnaval exótico coloca la nota alegre. Pero el disfraz es poderoso como el pasado pendenciero. El Corto retorna a las andanzas mientras Cabra se presenta al campeonato nacional de folclore. Su coreografía lo dice todo.