Erotismo contra prejuicio

La realizadora acomete, con pinceladas autobiográficas, un hermoso pero a la vez desalentador filme sobre los audaces pasos de la mujer musulmana para avanzar y vencer los tabúes tradicionales respecto a los prejuicios patriarcales que coartan sus progresos. Una dialéctica y un conflicto desarrollado en medio de un ambiente universitario, con la sensualidad de por medio y en el fragor del despertar sexual de una pareja magrebí.

Se narra la historia de Farah (Zbeida Belhajamar), una joven estudiante de origen tunecino que descubre la frondosidad de la literatura erótica árabe del siglo XII. Ella se enamora de un compañero de clase, Ahmed (Sami Outalbali), de procedencia argelina, con el que comparte la voluptuosidad y carnalidad de los textos.

La estructura del largometraje es diáfana, chica encuentra chico. Una fórmula tópica como sugerente, en este caso, para exponer problemáticas espinosas que transfieren a la pantalla una realidad atendida como una protesta en favor de la emancipación y libertad femenina.

Y toda revolución contra el orden establecido debe nacer de la juventud como motor de esperanza y cambio. Farah se siente arrebatada por la pasión que desprende la lectura erótica y sin cortapisas y de manera abierta quiere sentirla junto a su amigo.

Sin embargo, Ahmed es un mar de contradicciones y el yugo de la religión le condiciona. Tiene deseo y es amoroso pero le molesta las atrevidas iniciativas de Farah que desmontan todo el organigrama ancestral que tiene prefijado sobre las relaciones entre hombres y mujeres.